dimarts, 17 de gener del 2017

¿?

Como un cañón de libertad me abro paso a balazos, mientras piso los cadáveres de los infelices que quisieron detenerme. No soy él, pero tampoco soy ella, no sigo la moda de los géneros, ni la de las razas, ni la de la vida. Yo lo soy todo para degenerar en nada, para convertir mis cenizas en ciudades que se desmoronen con la primera brisa de la mañana. Nací de una pareja ideal, por madre la alegría y por progenitor la rebeldía.
                Pero la alegría de la madre era la suya y la rebeldía del padre solo se dirigía hacia lo que a él le daba la gana. Me quisieron  imponer los colores que a ellos les hacían felices, la comida que a ellos más les gustaba. Una fotocopia barata de ellos mismos. Incluso eligieron mi nombre, sin pedirme permiso. Por favor. Me parieron y me dijeron que la Tierra  era redonda, yo la hice cuadrada y plana.
                Soy el mar que lleva la novedad a un mundo anticuado y necesitado de cambios. Soy la mar que busca devolver un brillo antiguo de dignidad a un mundo demasiado degenerado y acelerado. El maremoto que quiere acabar con las cadenas que condenan la sociedad. El agua que alimenta la vida.
                Y me rebelo, contra todo y contra todos. Me alzo en batalla contra mi propia persona, por ser la estupidez encarnizada, por llevar de bandera la gilipollez y de escudo de armas mi mediocridad. Me derroto por querer la victoria. Me gano por ansiar la derrota. Porque soy el barco que navega a la deriva. Un velero que lleva por nombre libertad, o haz lo que quieras, que decía la alegría.
                En una trampa, entre dos ríos, para elegir, para morir entre ambas corrientes y resucitar en una tercera que me llevará a una cuarta, a una quinta y a una sexta. Porque lo que soy es lo que más anhelaba y lo que más temía. Tanto, que ahuyentaba el sueño en las noches largas de invierno, cuando todos los monstruos intentan darte  un mordisco, amparados por el frío y la oscuridad. En mi caso, el monstruo era yo, el frío eran mis sueños y la oscuridad mis anhelos de libertad.

                Soy el cañón que me libera rompiéndome la vida. El mar que me ahoga. La mar que me mantiene a flote. El maremoto que destruye mi isla y el agua que me da de beber. El barco que se estrella contra las rocas. El velero que me rescata del naufragio. Grito, discuto y me impongo, cunado no a los demás, a mi e incluso a los objetos. Moriré intentando hundirme en la mierda a la vez que intentando volar, de camino al cielo. Pero moriré feliz.