dimecres, 26 d’abril del 2017

Almas de caliza. Alana VI.

                Alana solo lleva un par de horas despierta. Está desnuda y cubierta por una costra de su propia sangre seca y putrefacta desde Roma. Cuando Imao la dejó inconsciente en la Basílica de San Pedro porque la capacidad de regeneración de Alana había colapsado, había sido trasladado a algún lugar, y conociendo el poder de este hermano, podía ser cualquier parte del mundo. Alana está de pie en una plataforma de hierro atada por las manos a una escalera que sube hasta una especie de azotea. Aunque le costó reconocer aquel lugar estrecho y alto como una torre con varias plataformas como la que tenía bajo los pies, cuando pudo ver el valle a través del ventanuco Alana supo dónde estaba. Por eso un continuo escalofrío le recorre la espalda sin parar. Conoce a la perfección ese valle. Está en casa.
                Imao se mueve. Solo hay un cuadro en la pared de donde surge un Imao cubierto en trozos de lienzo rojizo y negro. En su mano derecha, Corbella saluda burlescamente a Alana. En la derecha, Falç parece hacer lo contrario. Parece despedirse. Su hermano ríe con su voz cargada de estilos.
-          Por fin despiertas, hermanita – manteniéndose a una distancia prudencial, le acaricia la mejilla con la hoja de su antigua arma -. ¿sabes? Te ves muy inútil y estúpida. Pandora Eva-Lilith debe estar auténticamente desesperada como para enviarte a ti a por nosotros.
Alana decide ignorarle. Caer en sus fanfarronadas no le servirá para nada. Se concentra, su cuerpo ya está en buenas condiciones y necesita poner a funcionar otra de las capacidades que descubrió cuando su cuerpo se deshizo en pedazo en el asfalto de Singapur.
-          Debe ser increíblemente frustrante, que las dos veces que hayas perdido fuera contra el mismo, ¿no? – vuelve a reír. Sentirse poderoso debe ser genial.
Corbella  le hace un corte bastante profundo en la mejilla y la sangre empieza a salir profusamente. Y sigue cayendo.
-          Aún quedamos tres, has fracasado. Prepárate para volver a colapsar.
Puede que sea la penumbra de la habitación, Imao borracho de gloria o que Alana es muy sutil, pero Imao la ha cagado. No ha visto la herida de la mejilla mantenerse abierta, como si el poder de Alana fallara, o como las manos de Alana caen al suelo y la sangre brota de sus muñones a borbotones. Alana, libre ahora, salta envuelta en su sangre, que la rodea como si fuera un par de alas angelicales y demoniacas al tiempo. En menos de uno segundo, sus manos vuelven a estar en sus lugares correspondientes. Imao huye ágilmente y precavido al cuadro, no es tan tonto. Sin embargo, Alana va directa al cuadro arrancándolo de la pared. Se sube a la ventana y hecha a volar.
La Vall d´Albaida brilla gigantesca a la luz de las últimas horas  de un sol perezoso mientras que una chica rubia y desnuda y un cuadro salen volando del castillo de Carrícola y se precipitan en el barranco que hay abajo. Alana observa su hogar y una lágrima solitaria de melancolía sale de su ojo derecho. Durante un instante, vuelve a vivir en su pueblo… Aunque las rocas y las peñas blancas hacen que ese recuerde se esfume como la niebla mañanera al amanecer.
Imao vuelve a salir del cuadro sujetando con actitud defensiva ambas armas. Está solo, acompañado por zarzas, arbustos y algún pino solitario, pero sobretodo piedras y rocas. La caída no parece haber sido para mucho. Respira con demasiada fuerza, está ansioso y tiene miedo. Mucho miedo.
-          Arquitectura, pintura, escultura, escritura, música, fotografía, cine e incluso moda o tatuajes –Alana se pone en medio del campo de visión de Imao -. Tienes un amplio control de la humanidad, de su creatividad, de sus emociones… pero no has sabido utilizarlo. Y ahora muere rodeado por las únicas cosas que ellos tampoco lograrán entender nunca: la naturaleza.
Alana camina hacia él, desnuda y empapada en sangre fresca y seca, no obstante, resplandece como en mucho tiempo. Va desarmada pero segura de sí misma. No sonríe, solamente hace una mueca entre la seriedad y el sosiego. Él no puede escapar, el único arte que le rodea es el único que, como ha dicho Alana, no puede controlar ni comprender.
-          Idiota – grita Imao apuntando a  Falç y Corbella contra Alana. La primera no está desplegada, aunque sigue siendo peligrosa -. No seas vanidosa, sigues estando desarmada.
Se abalanza como un loco contra ella y en ese momento Alana se permite una ligera sonrisilla.
-          Yo siempre he sido mi propia arma.
El cuerpo de Alana se llena de cortes profundos y oscuros. De ser un ángel, pasa a convertirse en una muñeca de trapo rota y llena de descosido. Decenas, cientos, miles de hilos brotan de estas heridas como si Alana fuera una especie de tapiz negro como el carbón. Los hilos se mueven y retuercen como gusanos finos y larguísimos, aunque son diferentes a gusanos. Sus movimientos son gráciles y decididos. Esta vez, Imao no puede huir del peligro.
Sus gritos inundan el barranco mientras que su cuerpo es rodeado por miles de fibras malditas por su hermana. Incluso la torre parece estremecerse por los gritos de dolor y angustia. Imao llora y solloza mientras siente su cuerpo romperse y desmadejarse. A sus pies, el cuadro se contrae y el marco estalla en pedazos. Corbella y Falç caen al suelo y giran unos metros sobre la grava hasta detenerse unos pasos por detrás de Alana.
En sus últimos instantes de vida, Imao Llorosa siente como los hilos le revientan los ojos y se abren paso a través de su boca y de su piel, colándose por debajo de sus uñas o simplemente perforándole. Cuando un manojo de hilos le oprime su colorido pero corrupto corazón, todo se convierte en oscuridad. Todo el arte del mundo, por minúsculo que sea, se estremece.
Incluso el alma más oscura puede crear algo bonito. O por lo menos, esa es la única esperanza de Alana para poder vivir.

¿Quién viajará con Alana?

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