dissabte, 31 de desembre del 2016

Buscándote

                Las nubes se abren como si fueran las puertas del cielo. La luz se abre paso a través de ellos como un río rompiendo una presa, tiñendo de brillo el eterno prado que se abre ante mí. El verde más intenso que jamás he visto se me antoja el infierno, un infierno salpicado de mármoles.
                ¿Sabes? Hoy me han vuelto a preguntar por ti. Si sabía algo, si estaba triste, si necesitaba algo… Siempre las mismas palabras que me persiguen y me acosan incluso despierto. Al principio les contestaba porque pensaba que les interesaba de verdad, después porque creía que podían ayudarme… al final lo hacía para que cerraran la boca. Ahora ya ni les contesto.
                Los gritos y los llantos de los cientos de personas que, desesperadas y tristes como yo, buscan y buscan me acompañan en todo momento. Como si les estuvieran haciendo los coros, unos cuervos graznan de vez en cuando y unas campanas resuenan a lo lejos. Es deprimente. He perdido la cuenta de las vueltas que he dado buscándote. Leyendo millones de nombres cincelados en esas tablas blancas que emergen del verdor como dientes o huesos en una fosa común. Si, como una fosa.
                Me dijeron que te encontraría aquí, junto a todos los demás, víctimas de la paz. Si, de la paz podrida que ha nacido de una guerra innecesaria. Como todas las guerras, quiero suponer. También me dijeron que me seria fácil encontrarte, que solo debía buscar bien. Según ellos, debía dar gracias de que hubieran apuntado tu nombre en el registro del cementerio, que ellos no tenían la obligación de saber dónde acababan los muertos. Les dije que más le hubiera agradecido meterme una bala entre ojo y ojo. No me quisieron responder. No sé porqué.
                Una mujer se derrumba justo a mi lado y abraza una lápida. Del contacto sale una capa de mugre que se le pega al pelo y a la ropa. No parece importarle. Está inmersa en ese punto entre la tristeza absoluta y la tranquilidad que supone encontrar a un ser querido que llevas mucho tiempo buscando, aunque se sepa ya que está muerto. Es tan horroroso, tan injusto, tan triste, que yo, como los miles de persona que me rodean, queramos sentir esa misma sensación.
                He llegado al final del laberinto de nombres y nombres y no he leído el tuyo. Junto a mi hay más gente que grita y se derrumba. Otras sonríen, con la esperanza de encontrar con vida lo que buscan. Ojalá. La mayoría, como yo, hartos de que nos engañen, agachamos la cabeza y nos vamos. Un poquito más encorvados y tristes. Aunque nos han caído tantos palazos, uno más sigue haciendo daño.
                Una anciana a la cual ya he visto en otros campos santos y registros de víctimas me mira a los ojos. Los dos prometimos que si encontrábamos a la pareja del otro lo comunicaríamos. Abre la boca y me dice con voz neutra, como si fuera una marioneta movida por otro ser:
-          No somos los afortunados por seguir viviendo.

No puedo hacer más que asentir. Me giró y me voy. El sol vuelve a esconderse. Parece avergonzado se ser el máximo precursor de la vida en este planeta de muerte. Me resigno a seguir buscándote. Sé que estas en algún lugar. Me imagino que rodeada de flores y cosas bonitas. Donde la vida sigue creciendo, creciendo de ti. Esa es mi única esperanza. Esa y que mi propio entierro no tarde mucho en llegar.

 Te encontraré.

diumenge, 18 de desembre del 2016

Humo, luz y hielo

                               Bosques de neuronas se elevan a mí alrededor. Grandes bóvedas y galerías azules que se iluminan con impulsos, trasmitiéndoselos unos a otros como una cadena de montaje infinita y casi perfecta. Mi piel no es blanca ni negra. Ni hombre ni mujer, no me identifico con nada en mi mundo. No soy nada más que la deidad de mi tierra. Siempre y cuando no este durmiendo, el amo de mi imaginación soy yo. Aunque parezca egocéntrico y narcisista es verdad. Yo elijo quien vive y quien muere, quien vive feliz y quien se retuerce eternamente en el peor de los sufrimientos.
                En mi catedral de proteínas y lípidos mis decisiones se cumplen. Si mis ángeles de piedra quieren vivir viven. Yo elijo quien de mis amigos tiene poderes y cuáles son esos poderes.
                Es mi fuerza, el único talento que creo poseer es mi imaginación, y eso me hace feliz. Pueden desgarrarme o encerrarme, pero dentro de mí estoy entero y libre. Mi mente es mi mejor amiga, amante y guía de la vida. No me considero un loco solitario, mis amigos y familia están por encima de mi destino siempre, pero encuentro un gran confort al llamar a mi capacidad de crear y encontrarla siempre a mi lado.
                Cuando era más pequeño siempre estaba creando mundos de fantasía donde yo era mil cosas. Con ocho años yo era raro por no querer crecer. Tener que madurar me asustaba por si debía de renunciar algún día a mi imaginación. Hoy, estoy feliz y orgulloso de mi mismo, por seguir siendo capaz de deformar la realidad y de crear tanto como quiero. Me siento más fuerte porque mi imaginación cada vez es mejor.
                Un 18 de diciembre del año 2013 me propuse plasmar parte mi mente en el mundo. Por eso cree este blog. En aquel momento Humo, luz y hielo me parecía un gran nombre, ahora ya no tanto, pero eso da igual. He redactado 70 historias muy breves en 72 relatos completamente diferentes. Este es el número 73. En tres años he mostrado un pedacito de mi alma dividido en 73 trozos a todos aquellos que lo quisieran leer. Mi primer propósito es dar las gracias. Gracias a todos aquellos que habéis leído todas o casi todas mis historias. Aquellos que se pusieron mi blog de preferente o que se aprendieron de memoria el impronunciable nombre que le puse al link. Gracias a los que me habéis enviado algún mensaje diciéndome lo que os ha gustado cierta entrada. Aquellos que han compartido mi blog por sus redes Gracias a los que simplemente os habéis parado a leer una sola entrada. Espero que estas gracias lleguen a todos. No sé lo que hubiera durado este blog sin vuestro apoyo.
                A veces, me he mantenido más lejos de los personajes que he creado. A veces eran personificaciones de mi amor, mi dolor o mi felicidad. Algunas de estas entradas tenían el propósito de ayudar a alguno de mis amigos a tomar alguna decisión o, simplemente, porque necesitaban ánimos y esta era la mejor forma que tenía de darlos. Espero que os hayan servido.
Banderas negras, Cosas de la noche, Tesoro, Oportunidades, Aire de tristeza, Flores en el bosque, Humanos… Son algunos de los nombres con los que he bautizado mis entradas (ni siquiera yo las recuerdo todos). Es posible que algunas de esas entradas solo se conserven en el blog, perdidas incluso en mi memoria. Las quiero a todas como partes de mi cuerpo.

 Mi propósito al escribir esto era ponerle punto y final o seguir adelante. Aún no sé qué hacer. Puede que no lo sepa jamás. En fin. Después de tres años sigo siendo casi el mismo, aunque ahora me quiero y me acepto mucho más que por aquel entonces. Por eso quiero dedicarme la septuagésimo tercera creación de mi mente, pero también y por encima de todo, te la dedico a ti. Te haya gustado o no, muchas gracias por existir. 

dilluns, 12 de desembre del 2016

Palmira

                Los pilares se derrumban, llenando el suelo de escombros y pasiones. Las estatuas son arrancadas, son obligadas a volar de sus pedestales para ser convertidas en polvo, en miembros cercenados. Los siglos se desgajan en el aire mientras que los milenos se volatilizan ante nuestros ojos inútiles e impotentes. Hemos perdido historia. Años de nuestro pasado que nunca volverán. Puede que los libros y las fotos tengan la verdad, pero solo la existencia tiene el sentimiento. Esto lo podíamos relatar hace ocho meses, para cuando esta tierra pisada por reyes y emperadores parecía que le era aflojado ligeramente el yugo que la rodeaba. Pero ahora han vuelto: el miedo, el terror, la destrucción y la muerte.  
                No puedo escribir en tantas pocas líneas lo que están sufriendo al otro lado del Mediterráneo. Es curioso, lo que cambia el oeste del este. La diferencia entre el puerto de Valencia y el de cualquier ciudad costera de la Siria actual. Y la destrucción es solo una de las millones de las caras de una moneda que no para de dar vueltas y vueltas, en un ciclo inacabable de miseria y tragedia.
                No soy tonto, solo un soñador utópico. Me gusta pensar que La Tierra en general pueda ser compartida por todos o, al menos, ser capaces de pasear por cualquier lugar del mundo tranquilos y en paz. Sin embargo, acabaremos convirtiendo este lugar de todos en tierra de nadie.
                Y por lo menos, yo no puedo ver los motivos que llevan a las personas a hacer estas cosas. Comprendo la locura y la enfermedad, pueden ser “justificantes”. No obstante, no puedo entender la avaricia desmedida, el fanatismo, un capitalismo tan voraz que somos capaces de armar a los que luego viene aquí a destruirnos, a nuestros demonios. Y somos los afortunados.
                Diría que la sociedad está podrida pero ya no soy capaz de ver una sociedad, la “Sociedad”. Hay bondad en el mundo, pero es innegable que algo nos pasa. ¿Por qué, cuando parecía que avanzábamos, vuelve el fanatismo religioso? ¿Por qué, si habíamos decidido tratarnos todos como persona tal y como debe ser, vuelve el machismo, la homofobia, el racismo y tantas formas de discriminar que necesitaría millones de páginas y una paciencia que no tengo?
                Y no veo que podamos mejorar. Cuando era más pequeño creía que nuestra generación sería capaz de salvarlo todo. Cada día lo creo menos. El bullying aumenta porque los niños imitan a los adultos. Guerras y palizas. Estoy de acuerdo, los niños deben aprender que son estas cosas. Pero deben aprender a no repetirlas. No lo sé. Puede que sea porque yo ahora mismo me encuentre en un limbo de edades: ni niño ni adulto, pero no entiendo porque no lo vemos. Somos ocho mil millones, demasiados y demasiado corrompidos.
                No quiero perder la esperanza. Quiero pensar que algún día seremos todos felices en un mundo equilibrado. Pero la vida no es justa. Para que unos sonrían miles deben llorar. Y la Antártida se está partiendo en dos, y África se muere de hambre, y Occidente se encuentra en un Antirenaciemiento, cada vez más deshumanizado…

Hoy, ISIS  ha vuelto a entrar en Palmira. Hoy, después de ocho meses el infierno ha vuelto a un lugar que ha pasado de verter cultura a verter sangre y pólvora. Y los pilares se convierten en polvo, las estatuas en cascotes y la humanidad en un desierto sin vida.