Alana
solo lleva un par de horas despierta. Está desnuda y cubierta por una costra de
su propia sangre seca y putrefacta desde Roma. Cuando Imao la dejó inconsciente
en la Basílica de San Pedro porque la capacidad de regeneración de Alana había
colapsado, había sido trasladado a algún lugar, y conociendo el poder de este
hermano, podía ser cualquier parte del mundo. Alana está de pie en una
plataforma de hierro atada por las manos a una escalera que sube hasta una
especie de azotea. Aunque le costó reconocer aquel lugar estrecho y alto como
una torre con varias plataformas como la que tenía bajo los pies, cuando pudo
ver el valle a través del ventanuco Alana supo dónde estaba. Por eso un
continuo escalofrío le recorre la espalda sin parar. Conoce a la perfección ese
valle. Está en casa.
Imao se
mueve. Solo hay un cuadro en la pared de donde surge un Imao cubierto en trozos
de lienzo rojizo y negro. En su mano derecha, Corbella saluda burlescamente a Alana. En la derecha, Falç parece hacer lo contrario. Parece
despedirse. Su hermano ríe con su voz cargada de estilos.
-
Por fin despiertas, hermanita – manteniéndose a
una distancia prudencial, le acaricia la mejilla con la hoja de su antigua arma
-. ¿sabes? Te ves muy inútil y estúpida. Pandora Eva-Lilith debe estar
auténticamente desesperada como para enviarte a ti a por nosotros.
Alana decide ignorarle. Caer en
sus fanfarronadas no le servirá para nada. Se concentra, su cuerpo ya está en
buenas condiciones y necesita poner a funcionar otra de las capacidades que
descubrió cuando su cuerpo se deshizo en pedazo en el asfalto de Singapur.
-
Debe ser increíblemente frustrante, que las dos
veces que hayas perdido fuera contra el mismo, ¿no? – vuelve a reír. Sentirse poderoso
debe ser genial.
Corbella le hace un corte
bastante profundo en la mejilla y la sangre empieza a salir profusamente. Y sigue
cayendo.
-
Aún quedamos tres, has fracasado. Prepárate para
volver a colapsar.
Puede que sea la penumbra de la
habitación, Imao borracho de gloria o que Alana es muy sutil, pero Imao la ha
cagado. No ha visto la herida de la mejilla mantenerse abierta, como si el
poder de Alana fallara, o como las manos de Alana caen al suelo y la sangre
brota de sus muñones a borbotones. Alana, libre ahora, salta envuelta en su
sangre, que la rodea como si fuera un par de alas angelicales y demoniacas al
tiempo. En menos de uno segundo, sus manos vuelven a estar en sus lugares correspondientes.
Imao huye ágilmente y precavido al cuadro, no es tan tonto. Sin embargo, Alana
va directa al cuadro arrancándolo de la pared. Se sube a la ventana y hecha a
volar.
La Vall d´Albaida brilla
gigantesca a la luz de las últimas horas
de un sol perezoso mientras que una chica rubia y desnuda y un cuadro
salen volando del castillo de Carrícola y se precipitan en el barranco que hay
abajo. Alana observa su hogar y una lágrima solitaria de melancolía sale de su
ojo derecho. Durante un instante, vuelve a vivir en su pueblo… Aunque las rocas
y las peñas blancas hacen que ese recuerde se esfume como la niebla mañanera al
amanecer.
Imao vuelve a salir del cuadro
sujetando con actitud defensiva ambas armas. Está solo, acompañado por zarzas,
arbustos y algún pino solitario, pero sobretodo piedras y rocas. La caída no
parece haber sido para mucho. Respira con demasiada fuerza, está ansioso y
tiene miedo. Mucho miedo.
-
Arquitectura, pintura, escultura, escritura, música,
fotografía, cine e incluso moda o tatuajes –Alana se pone en medio del campo de
visión de Imao -. Tienes un amplio control de la humanidad, de su creatividad,
de sus emociones… pero no has sabido utilizarlo. Y ahora muere rodeado por las
únicas cosas que ellos tampoco lograrán entender nunca: la naturaleza.
Alana camina hacia él, desnuda y
empapada en sangre fresca y seca, no obstante, resplandece como en mucho tiempo.
Va desarmada pero segura de sí misma. No sonríe, solamente hace una mueca entre
la seriedad y el sosiego. Él no puede escapar, el único arte que le rodea es el
único que, como ha dicho Alana, no puede controlar ni comprender.
-
Idiota – grita Imao apuntando a Falç y
Corbella contra Alana. La primera no
está desplegada, aunque sigue siendo peligrosa -. No seas vanidosa, sigues
estando desarmada.
Se abalanza como
un loco contra ella y en ese momento Alana se permite una ligera sonrisilla.
-
Yo siempre he sido mi propia arma.
El cuerpo de Alana se llena de
cortes profundos y oscuros. De ser un ángel, pasa a convertirse en una muñeca
de trapo rota y llena de descosido. Decenas, cientos, miles de hilos brotan de
estas heridas como si Alana fuera una especie de tapiz negro como el carbón. Los
hilos se mueven y retuercen como gusanos finos y larguísimos, aunque son
diferentes a gusanos. Sus movimientos son gráciles y decididos. Esta vez, Imao
no puede huir del peligro.
Sus gritos inundan el barranco
mientras que su cuerpo es rodeado por miles de fibras malditas por su hermana. Incluso
la torre parece estremecerse por los gritos de dolor y angustia. Imao llora y
solloza mientras siente su cuerpo romperse y desmadejarse. A sus pies, el
cuadro se contrae y el marco estalla en pedazos. Corbella y Falç caen al suelo y giran unos metros sobre la grava hasta
detenerse unos pasos por detrás de Alana.
En sus últimos instantes de vida,
Imao Llorosa siente como los hilos le revientan los ojos y se abren paso a través
de su boca y de su piel, colándose por debajo de sus uñas o simplemente perforándole.
Cuando un manojo de hilos le oprime su colorido pero corrupto corazón, todo se
convierte en oscuridad. Todo el arte del mundo, por minúsculo que sea, se estremece.
Incluso el alma más oscura puede
crear algo bonito. O por lo menos, esa es la única esperanza de Alana para
poder vivir.
¿Quién viajará con Alana?