dissabte, 22 d’octubre del 2016

Jugar como imbéciles

                Enfermizo. Una palabra perfecta: define algo que se está destruyendo y que se consume. Hace referencia a las cosas que han perdido su vitalidad, su salud, sus ganas de existir. Muchos dicen que la parte positiva de estar enfermizo es que aún no estás muerto, es decir, que aun puedes sobrevivir. Para mí no. Para mí la parte positiva es que la muerte está más cerca, que queda menos.
                Como podréis leer entre líneas estoy enfermo, pero no físicamente. Ojalá. Mi enfermedad es peor que una herida, que un órgano dañado, que una parte de mi cuerpo cercenada. Mi dolor nace de lo más hondo de mis psique. Mi mente se ha convertido en una quimera mutante que adopta las formas que le da la gana, con múltiples personalidades, cada cual peor que la anterior. Me destruyo por dentro. El problema es que mi destrucción no acabará en la muerte (a no ser que me la provoque yo). Mi camino de caos me lleva directo a un mundo de locura, a una vida ilusoria y esquizofrénica. Solo espero que no sea peor está.
                No espero que me ayudéis, no tengo remedio. Pero quiero que me escuchéis y reflexionéis (o no lo hagáis, probablemente sería lo que yo haría). No voy a echaros un sermón, que ya bastantes nos echan los curas, los políticos y los profesores. Algunos para ayudarnos, la mayoría para manipularnos.
                El monstruo en el que me he convertido no nació de mí, ni de mis padres, ni mis amigos. Este ser terrorífico y al mismo tiempo asustadizo fue provocado por algo aún más enfermizo que yo: el mundo. Si Marte pudiera hablar le diría a La Tierra: “Jo tía, que mala cara te veo”.
                Bueno, la verdad es que decir que la culpa es de La Tierra es ser muy egocéntrico, ya que hay más seres vivos viviendo en ella de forma inocente y libre (pobres desgraciados). La culpa es más que nada de la sociedad.
                Y no está mal porque no lo intentemos, si no por haberlo intentado tanto. Hemos intentado construir tantas formas de vivir en sociedad que hemos acabado juntando todos los retazos de los intentos pasados hasta crear este esperpento cadavérico que no hace más que degenerar.
                Vale, evolucionamos como científicos, como artistas, como inventores… lo que queráis; pero degeneramos como humanos. Decimos que en la Edad Media las guerras eran auténticas barbaries, como si ahora nos dedicáramos a recoger florecitas cogidos todos de las manos, después de generar cientos de conflictos y masacres por negocios armamentísticos y monetarios. Y cuando los inocentes huyen del problema cerramos las fronteras y hacemos oídos sordos. Hala, sálvese quien pueda.
                Y son ya tantas cosas que mencionar que necesitaría 500 discos duros solo para enumerarlos. Mientras unos se matan, otros se mueren y otros caen en espirales de depresiones por la frivolidad y el consumismo desmedido yo me dedico a escribir esto mientras vivo relativamente bien. Hipócrita tú, yo y el subnormal que creó todo este batiburrillo.
                Pero no vamos a cambiar ¿Para qué? Sigamos construyendo palacios de oro y marfil sobre un Atlas cada vez más viejo, decrépito y, ¿por qué no?, enfermizo. Total, si todo se cae, guerra mundial, muerte y a volver a empezar.

                El problema llegará cuando el ciclo no dé para más. Entonces los engendros como yo reiremos como lo que somos: una panda de locos enfermizos. 

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