Creo
que la palabra que más nos representa como especie es Fragilidad. Somos tan endebles, que una experiencia traumática de
apenas unos minutos puede acabar con la personalidad que hemos formado poco a
poco durante años. Y aunque presumamos de ser fuertes, aún no he conocido a
nadie que lo sea de verdad. Ya sea a través de sus actos, palabras u ojos, a
todo el mundo se le acaba viendo la fragilidad.
La
autoestima es parecida pero al mismo tiempo diferente. El proceso por el cual
dejas de amarte a ti mismo es más lento. No es algo puntual que destroza o unos
segundo claves que te amargan para siempre. Es un desgaste pequeño pero
fulminante, del tipo que destruye los acantilados de la isla de Malta.
Los acontecimientos
de la vida nos van despedazando paulatinamente. Cada fracaso que encontramos,
es como una tesela menos en el mosaico que forma el amor propio. Queramos o no,
el insulto o el rechazo que fingimos que no nos importan sí que lo hacen. De una
forma mayor o menor, dependiendo de la persona, el dolor inflingido siempre
afecta.
Y no es
fácil de ver. De repente, un día, cosas que antes se superaban fácilmente se
vuelven insoportables. El dolor emocional se vuelve cada vez más pesado, como
una bola de metal candente que nos oprime las entrañas.
Cuando
miras el espejo, la persona del reflejo te causa indiferencia, apatía o
simplemente asco. Una mañana detrás de otra, no puede sentir amor por la
persona que te devuelve la mirada. Los días de felicidad o estabilidad acaban
pareciendo islas paradisíacas aisladas en un mar de amargura y congoja.
Siempre
que alguien te dice algo bonito piensas que te está tomando el pelo, o se está
burlando o simplemente le das tanta pena que dice la primera cosa bonita que se
le ocurre. Se acaban adoptando conductas dañinas sin querer y acabas ofendiendo
a las personas que te rodean. Si tienes suerte, habrá algunas de esas personas
capaces de entenderte e intentar ayudarte. En el caso contrario, quedarse solo
también es una posibilidad. No obstante, el fantasma de la soledad ya hace
tiempo que te acecha por esa misma falta de autoestima. Te cuestionas cualquier
relación y piensas si no molestas:
¿Por qué me siguen hablando, si soy insoportable?
¿Estaré molestando? Seguro que sobro.
Si quiere ser mi amigo es porque quiere algo. No tiene sentido.
Odiarte físicamente es una putada
que la sociedad encima financia y mantiene, pero es aún pero dejar de confiar
en ti mismo. Saber que no eres capaz de contar contigo mismo te consume. Al fin
y al cabo, el resto de personas solo tienen una imagen parcial de ti mismo, la
única persona que va a poder comprenderte siempre eres tú. Perder la confianza
en ese tú, dejarlo de amar… Es morir en vida. Y siempre vendrá el gilipollas
que te dirá:
-
Si tú no te quieres a ti mismo, nadie lo va a
hacer.
Una mierda como tu cabeza de
grande. Si ya es difícil mantener la autoestima, imagínate recuperarla. Comentarios
como estos solo condenan aún más a la persona. Es empujarlo a sumirse en el autoodio. Es querer hacerle ver que,
como no tiene capacidad para quererse, está condenado al fracaso perpetuo y la
soledad. Para decir eso, no digas nada.
Al fin y al cabo, la sociedad
nunca te va ayudar en ese sentido. Interesa que no nos queramos a nosotros
mismo. La destrucción sistemática de la autoestima es una maquinaria perfecta:
el colegio, la universidad, el trabajo, los cánones de belleza, incluso el arte.
Todo hecho para crear una élite y un gran foso de gente sumida en el odio y el
fracaso. Es más fácil controlar a gente sin voluntad de luchar.
Por otro lado, como ya he dicho,
mucha gente no te va a comprender. Aunque la falta de autoestima no parece ser
una enfermedad mental en sí, es muy similar o, por lo menos, puede desencadenar
en algún trastorno. Por lo tanto, el mundo te va a culpar por algo que no puede
evitar, por algo que ese mismo mundo te ha creado. Al igual que con la
depresión, la ansiedad y el largo etcétera, siempre te van a decir lo mismo: es culpa tuya. Seguimos sin ver que las
heridas que no sangran también duelen y pueden matar.
Quedarse sin autoestima es de lo
pero que hay, pero tan extendido e invisibilizado que se trata como si fuera un
tontería. Como si no se sufriera. Como si se buscara. Como si el dolor no
existiera. Al fin y al cabo, algunos te dirán que no quererse a uno mismo está
de moda.
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