dilluns, 17 de juliol del 2017

Green hunters II: Roble

Dendarah observa de reojo la cara de Elefantina, concentrada en la conducción. Aunque hacía ya cuatro años que trabajan juntos en la protección de ese santuario, aún le costaba mirar su rostro, surcado de cicatrices rosadas y doradas. A ella no parecía importarle, porque aunque tenía el cabello rubio y largo, siempre lo llevaba recogido y apartado de la cara.
-          Ya estamos- dice ella.
Es verdad, las grandes murallas de unos 70 metros que rodean el santuario de Ahotep se levantan en el horizonte. Dendarah puede ver a tres personas encima, sobre la Puerta de Xaloc.
Ya en la parte de arriba, Menfis, de piel negra como el azabache y con el pelo rizado muy corto les da una severa mirada desde la altura que le dan sus largas piernas.
-          Tres horas son muchas para venir desde el castillo de Bondia – dijo.
Elefantina se encogió de hombros.
-          El coche estaba a unos cuantos kilómetros hacia la otra dirección.
Las otras dos personas son un hombre y una mujer. Ella se llama Cusae. Pequeña y entrada en carnes, siempre está seria y lo analiza todo hasta la saciedad. Una buena asesina. El hombre es Tebas: alto y un poco enclenque, misterioso y ajeno. Lo único que llama la atención de él es la quemadura semicircular que le ha dejado una cicatriz en la mitad izquierda de su cara.
Menfis les señala el horizonte, donde una polvareda se alza violentamente. De ella emergen varios coches negros y alguna que otra camioneta.
-          ¿Solo son esos? – pregunta Elefantina sorprendida – Tebas o tú solos sois suficientes para derrotarlos sin salir heridos.
-          Esos imbéciles no son nuestras únicas preocupaciones.
Menfis entorna sus extraños ojos. Su aura los había moldeado hasta que su pupila acabo rodeada de tres anillos concéntricos y partida por cuatro líneas simétricas que convergen en su centro, como un punto de mira de un arma. Esta modificación le permite ver a cientos de kilómetros, ver de noche, a través de objetos, en 360º… incluso, forzando mucho la vista es capaz de escudriñar durante unos minutos en el futuro cercano. Por eso es la jefa.
-          Otro destacamento se acerca también a la Puerta de Garbí. Y no solo eso. Hay algo raro en la puerta de Llevant, que da al mar. Puesto que Ponent, Migjorn y Tramuntana están selladas totalmente y no hay movimiento en la de Gregal, solo queda Mestral, a la única donde mi vista no llega.
-          ¿Cuál es el plan? – pregunta Dendarah. No está sorprendido por la explicación de Menfis. No es la primera vez que alguien intenta una incursión por varias puertas al santuario a la vez.
Menfis se acerca a uno de los cobertizos que hay sobre la ancha muralla y abre la puerta. Señala una moto.
-          Tú irás a la Puerta de Garbí y te encargarás de los que vienen por allí. No quiero supervivientes
Dendarah asiente y sin pedir más explicaciones coge la moto y se va. Hacía ya muchos años que el benefactor de ese lugar le había contratado para proteger el lugar. El santuario de Ahotep era rico en ruinas de castillos, monasterios, ermitas, masías y cosas por el estilo. Pero lo que de verdad custodiaban era la diversidad animal y, sobretodo, la vegetal de aquel lugar. desconocen porque hay tanta gente intentando penetrar en él. Ellos solo obedecen. El dinero es el dinero
-          Vosotras dos coged un coche e id a la puerta de Mestral para evaluar la situación. Tebas y yo nos encargaremos de estos y luego iremos a Llevant para verificar que no hay nada malo.
Las dos mujeres asienten y bajan de las murallas
-          Ya están bastante cerca, jefa – dice Tebas que está de pie sobre las almenas de la parte exterior de la muralla.
La capitana, saca un francotirador de su bolsa y lo coloca entre dos almenas.
-          Pues ya estamos tardando.
El aura de Tebas es verdaderamente increíble. Es capaz de crear, pero no crea algo, crea vida en forma de árboles. No puede crear otros tipos de vegetación, solo árboles. Aunque estos árboles son estériles y de normal se marchitan en 3 o 4 años.
Tebas señala un lugar en el suelo. Al momento, una docena de pinos y abetos con un tronco grueso y fuerte florecen del punto donde había señalado. Los conductores son incapaces de reaccionar y tres o cuatro coches se estampan contra la barrera de madera. Algunos estallan.
Mientras tanto, Menfis, que ha entornado un ojo, dispara. Con cada bala que sale de la boca del arma, un conductor muere. Su aura no le daba una buena forma de luchar cuerpo o cuerpo, pero eso no le impedía matar a cientos de personas sin que ellas la vieran. Con la estrategia seguida, apenas tardan unos 20 minutos en limpiar Xaloc.
Dendarah baja rápidamente de la moto. Aunque ha tardado dos horas y media en llegar, la puerta de Garbí aún no ha caído. Los insignificantes que están a sus pies intentan tirarla utilizando varios métodos. Solo la puerta, es veinte metros de altura y treinta centímetros de anchura de acero, además de estar imbuida de aura de los ingenieros áuricos. De la misma forma las otras 7.
El libro aparece en su mano derecha y Dendarah elige una página sin mirar. Al momento, el cañón de una bazuca aparece en su palma izquierda. Una lluvia de misiles cae sobre los invasores. El arma se vuelve a internar en la piel y esta vez emerge el cañón de una metralleta. Cuando acaba de acribillarlos y sentir como todas las presencias han desaparecido se asoma. No queda nadie vivo, no obstante, una máquina similar a un tanque pero con un ariete mecánico sigue golpeando la puerta. Puesto que los misiles no la han destruido y que la puerta empieza a abombarse decide actuar.
Cambia la página del libro y se dirige a la moto. Primero anula el peso del vehículo y después, apuntando con mucho cuidado, se imagina la moto pensando 3000 toneladas. La moto cae a una alta velocidad destruyendo la máquina, pero abriendo un gran boquete y creando una onda expansiva que crea un ligero temblor. Dendarah sonríe. Se ha paso un poco.
9 horas es lo que tardan Elefantina y Cusae en llegar. No es solo que Ahotep sea enorme, el problema también es que no hay carreteras, solo pistas forestales y caminos en muy mal estado. Sabían que Menfis, Tebas y Dendarah habían tenido un éxito rotundo, aunque no estaban tranquilas. Ya era de noche cuando Cusae frena de golpe.
-          ¿Qué coño haces, loca? – dice Elefantina mientras le dedica una mirada de rabia.
-          Mira – dice Cusae sin inmutarse y señalando al frente.
Elefantina abre la boca sorprendida. Las dos hojas de la Puerta de Mestral han sido arrancadas de sus fuertes y pesados gozones. Las dos piezas de metal están llenas de golpes y abolladuras. Incluso hay una con parte del acero fundido.
Elefantina enciende el trasmisor.
-          Tenemos problemas. Graves problemas.
Menfis responde rápidamente.
-          Lo sé. No sé cómo lo han hecho, pero hay siete personas dentro y muy cerca de vosotras. Cuidado, son todas muy fuertes. Una de ellas es Siracusa.


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