dilluns, 25 de desembre del 2017

Green hunters XI: Fresno americano

La trampa estaba servida. Nada más entrar en la habitación una cuchilla había caído sobre ellos. Edfu había saltado hacia la derecha, mientras que Menfis tiraba de Tebas hacia la izquierda. Así habían quedado completamente separados.
En la habitación hay 4 seres vivos: el pequeño alcornoque que está moribundo, Jericó, la atacante de Dendarah, otro chaval joven y un señor más mayor sentado sobre un sillón.
La cuchilla emerge de la manga de una gigantesca figura que hay sobre la cabeza del señor sentado. Es como un hombre de tres metros cubierto por una túnica ceremonial y con la capucha echada sobre la cabeza. Dos cuchillas semicirculares unidas a cuerdas emergen de cada una de las mangas de la túnica.
-          Ya era hora de que llegarais hasta aquí – dice el señor con una voz cálida y aterciopelada -. Con la cantidad de aura que desprendemos y lo que habéis tardado en encontrarnos – suspira -. Jericó, Sagunt, encargos de ellos. Va.
Menfis mueve rápidamente la mano para sacar una pistola para volarle la cabeza al que parece el jefe. Sin embargo, una cadena restalla como un látigo sobre su mano haciendo que la pistola salga despedida. El chaval que se hace llamar Sagunt se acerca a ellos, con una cadena emergiendo de la palma de su mano.
Otra cadena sale de su otra mano, envolviendo el antebrazo de Tebas que se acercaba por detrás y lo lanza hacia  la pared. El cuerpo de Tebas sale despedido contra la pared. Menfis gruñe, sin tierra ni nutrientes, el poder de Tebas es inútil.
Sagunt se vuelve a centrar en ella y lanza las dos cadenas a toda velocidad contra ella. Menfis se concentra rápidamente hasta ver la realidad desdibujarse. Desaparece. Durante unos segundos, Sagunt se queda perplejo sin saber qué hacer. Entonces, Menfis aparece al lado de su cabeza y le da una patada voladora. Sin embargo, Sagunt apenas se inmuta y una cadena emerge de su boca y envuelve la pierna de Menfis.
-          Idiota – dice Sagunt -. Cosas así son inútiles contra mí.
Con un chasquido de la cadena, Sagunt lanza volando a Menfis que choca contra un Tebas que se estaba acabando de recuperar. El señor de la silla resopla y levanta la mano, lo que hace que Sagunt se detenga.
-          Me aburro – dice -. Poseidón.
Al momento, la figura que tiene sobre la cabeza se deshace y aparece otra. Otro hombre vestido con un traje de navegante deslucido y con la cara tapada completamente con algas. Sus brazos acaban en tres dedos que levanta hacia Menfis y Tebas. De repente, de las seis falanges sale disparada una lluvia de gotas de agua a toda velocidad.
Tebas pone en marcha el plan que había preparado apenas unos segundo antes de entrar. Recombinación génica: del suelo emerge un roble de colores metálicos, mientras que las raíces se extienden, planas, como hojas de papel, dejando el suelo oxidado y lleno de grietas y rotos. Las balas de agua chocan contra el árbol, creando un repiqueteo metálico que se les mete en la cabeza.
-          ¡He creado una especie de árbol que solo necesitas asimilar metales pesados para crecer!- dice Tebas gritando - ¡Un ser vivo inviable de cualquier otra forma!
Mientras tanto, Jericó y Edfu han llegado a un punto muerto. Mientras Edfu corre alrededor lanzando las flechas vectoriales, Jericó crea paredes de mármol para protegerse. Jericó grita, harta.
-          ¿Has visto alguna vez una rosa de mármol? – dice mientras en sus manos varias capas de mármol se solapan para crear una gran amalgama que se parece a una rosa.
Jericó utiliza una gran cantidad de aura para lanzarla hacia Edfu. Pero ella simplemente toca el suelo con dos dedos y se mueve unos pasos hacia atrás. Cuando la rosa de mármol llega a apenas unos centímetros de ella, cambia la trayectoria y vuelve a toda velocidad hacia Jericó. Esta, aunque muy sorprendida, consigue reaccionar a tiempo y crear otra rosa exacta para que chocara contra la otra.
-          Es muy iluso pensar que mi poder es crear solo vectores en 3D – dice Edfu mientras levanta la mano y diez flechas empiezan a dibujarse sobre sus dedos -. Los vectores en 2D me permiten crear cambios de trayectoria. Y mira.
Jericó observa asustada como todo a su alrededor, suelo, techo y paredes, está lleno de vectores en 2D. Una trampa vectorial. Al momento, Edfu dispara los diez vectores, al principio, en trayectorias raras, pero al chocar contra las flechas dibujadas, cambian de trayectoria y convergen en Jericó. Esta, rápidamente crea un búnker de mármol. Aunque las flechas se desvían al chocar contra él, no desaparecen y siempre vuelven sobre un vector en 2D para volver sobre ella. Y con cada impacto, un poco de mármol se rompe.
Edfu coge aire con fuerza mientras pone su brazo derecho en posición, y con el izquierdo lo sujeta: esa batalla debe ser rápida. No obstante, debe recalcular varias veces los parámetros porque… ¡El suelo se está torciendo!
Una gran sonrisa se dibuja en su rostro. Esos dos lo han conseguido, el barco se está escorando porque tiene una brecha. Pero no se detiene, aunque ese vector se desvíe un poco, el resultado será igual. Una flecha gigante, de cantidades inhumanas de aura sale de su brazo.
Jericó no lo ve ni venir, estando como está atrapada en la trampa vectorial. La flecha arrasa con todo: con el búnker de mármol, con ella misma, con las paredes… incluso el resto de vectores cambian su trayectoria para seguir el de ese gigante. El proyectil es tan fuerte que revienta la pared y abre un gran boquete al aire libre.
Pero Edfu no se detiene: crea un vector hacia el hombre sentado. Sin embargo, este la mira con desdén y dice:
-          Hefestos
Un hombre vestido con una armadura completa de metal emerge a su espalda. Las manos de este nuevo avatar se expanden y se juntan para formar un gran escudo donde el vector simplemente choca para desaparecer.
A apenas unos cien metros, Menfis tiene atadas su mano izquierda y su pierna derecha en dos cadenas hacia Sagunt. Menfis intenta con todas sus fuerzas que Sagunt no la lance despedida, ya que otro golpe así la dejaría fuera de juego.
-          Te vas a enterar, idiota – dice Sagunt.
Menfis sonríe con mucho esfuerzo por la presión de las cadenas.
-          Hablas muy mal.
Dice mientras dispara con su mano derecha al aire. La bala desaparece.
-          Eso no me afectará – grita Sagunt riéndose -. Pagareis por…
-          ¿Por Jericó? – dice Menfis - ¿Sabes? Vas a caer por el mismo error que ha cometido ella: no contemplar todas las variables.
Tebas emerge al lado de su cabeza. En su palma derecha emerge un largo y fino arbolito que le ha absorbido casi todos los nutrientes, que se encuentra aún más débil y flaco que de normal. Mientras habían estado atrapados por la lluvia de Poseidón, habían ideado ese plan. Y gracias al apoyo de Edfu, lo están llevando a cabo.
El arbolito restalla con fuerza sobre la cabeza de Sagunt. El tronco no se rompe, es demasiado elástico. Lo que si se rompe es la concentración de Sagunt, al mismo tiempo que una línea de sangre le emerge en la mejilla. La bala, como si se formara de aire, aparece ante sus ojos y le atraviesa la cabeza de parte a parte.
-          Artemisa – dice el señor de la silla con una ligera furia, para desesperación de Tebas, Menfis y Edfu, que no tienen tiempo para descansar.
Al momento, la representación de una Artemisa de Éfeso emerge sobre la cabeza del viejo. Pero a diferencia de la obscena estatua normal, esta tiene cinco pares de brazos, y en cada uno de ellos hay un arco cargado.
-          Adiós.
El tiempo se ralentiza y en apenas unos segundos, el barco se sacude con fuerza, como si chocara con algo. Las flechas salen volando y se dispersan sobre diferentes sitios.
-          ¿Qué coño ha pasado? – grita el señor en vano, ya que no le quedan subordinados cerca.
Sin embargo, es Edfu la que lo ve todo a través del agujero en la pared que ella misma había hecho. Es todo. Las olas, la espuma, la muralla… Toda la mar.

-          Hielo…

divendres, 15 de desembre del 2017

Green hunters X: Tejo negro

                Xois y Luxor se abren paso a través de la oscuridad. Tarea que se les hace realmente dura, y ya no solo por la falta de luz, sino también por el hecho de que todo el barco este cubierto de algún material anti-aura que parece hacer que la percepción les falle.
-          ¿Crees que ya estaremos lo suficientemente abajo?
-          No lo sé – susurra Xois -. Hemos bajado bastantes escaleras, pero este lugar es bastante alto. Aunque creo que debemos estar cerca de la parte más baja. De todas formas, podemos empezar a reventar el suelo hasta llegar al agua.
Un conjunto de carcajadas se oyen a su alrededor. Parece que están en una habitación grande y vacía, ya que las risotadas suenan y se esparcen como el canto de un coro de maníacos.
-          Me parece, que no podemos permitir que hundáis nuestro precioso navío.
De repente, las luces les ciegan. Una amplia habitación se abre ante ellos. Sin ningún mueble o caja, totalmente vacía. Solo están ellos y tres persona más a la otra punta de la habitación. Dos mujeres y un hombre. Luxor saca un pintalabios de color negro y se repasa los labios. Seguidamente, se cruje los dedos y sonríe.
-          Bueno, esto era de esperar – dice mientras concentra aura en su brazo derecho -. Mejor empezar pronto y acabar rápido.
Un gran pistón de metal se forma en su codo derecho. Su poder es fácil y simple: crear pistones en sus articulaciones para aumentar su potencia de golpe o simplemente crear ondas de choque. Se pone a correr directos a ellos.
-          Me voy a presentar antes de humillarte – dice una de las chicas adelantándose a sus compañeros-. Me llamo Numancia, y vengo a dejarte en la mierda.
De repente, un vórtice de colores azulados se forma en el suelo y un guante de boxeo violeta unido a un muelle sale despedido del suelo a los pies de Luxor. El puño le pega directamente en la barbilla, deteniendo su carrera de golpe y haciendo que caiga al suelo, casi sin sentido.
-          Holap – dice el hombre adelantándose -. Aquí a todos nos gusta presentarnos antes de matar. Esparta, un placer.
Al momento, su brazo izquierdo se repliega sobre sí mismo hasta formar una especie de boca de cañón, con su  puño como bala. Entonces, el brazo se despliega y se alarga. Como una bala se dirige a Luxor que se levanta con dificultad. No obstante, Xois está más rápida y detiene el golpe con uno de sus brazos translúcidos.
-          ¡Luxor! ¡Maldito serril! – dice Xois enfadada acercándose a él. Tiempo que utiliza Esparta para replegar su brazo -. Te tengo dicho que no ataques a lo loco y que cuentes con todos.
Decenas, cientos de vórtices azulados se abren alrededor de Xois, que abre los ojos y se queda paralizada por el miedo.
-          ¿De verdad piensas que es el mejor lugar para reñir a alguien? – dice Numancia con una sonrisa en los labios.
Centenares de puños salen despedido de los vórtices, haciendo que Xois se vuelve invisible bajo la lluvia de golpes. Sin embargo, estos no desaparecen, una vez golpean, se contraen, y vuelven a golpear.
-          ¡Xois! – grita Luxor poniéndose en pie rápidamente.
-          Una vez marco un lugar con mi aura, los puños pueden atacar cuantas veces lo desee – dice mientras se carcajea.
Luxor se levanta a toda velocidad y se precipita sobre la mujer.
-          Apamea – dice Numancia sin inmutarse.
La otra chica levanta un brazo y al momento el aire se solidifica entre Luxor y Numancia, formando una barrera de color blanco lechoso. Luxor se estrella contra ella y apunto esta de caer en el suelo, pero al segundo, escucha los sonidos de los golpes cayendo sobre Xois y reacciona.
Mientras apoya los dos puños sobre la barrera, dos pistones se forman en ambos codos a la vez. En menos de un segundo, los pistones entran con fuerza en el antebrazo de Luxor y la pared se resquebraja. Al segundo golpe, todo explota en cientos de trozos que se disuelven en el aire.
Luxor no dudo y atraviesa la lluvia de cristales volátiles. Su mano izquierda va directa al cuello de Numancia. Apamea y Esparta no pueden reaccionar a tiempo y el pistón baja. La cabeza de Numancia se convierte en una explosión de sangre, hueso y pelos que se esparce por toda la sala.
Los puños y los vórtices desaparecen. Xois está en el suelo, llena de moratones pero cubierta por sus brazos, que la han protegido de los peores golpes. Reacciona rápido para parar otro de los golpes de Esparta que iban directos a Luxor.
-          Maldita niña – dice Esparta, rojo de rabia mientras dirige el puño a Xois.
Pero este no la golpea, simplemente la coge por el cuello del vestido y la atrae hacia él.
-          Te voy a hacer lo mismo que tu estúpido amigo le ha hecho a Numancia – dice mientras contrae el otro brazo y lo apunta hacia Xois.
Pero ella no se asusta, no duda, simplemente actúa. Revolviéndose como una leona se envuelve alrededor del brazo que la sujeta mientras siete de sus extremidades hacen lo mismo. Entonces, simplemente giran.
Esparta, observa horrorizado como su brazo gira sobre sí mismo varias veces, desgarrándose piel, músculo y hueso hasta quedar separado del cuerpo.
Grita, y el disparo que tenía preparado sale hacia un lado, perdiéndose. Xois utiliza sus brazos para moverse y saltar sobre Esparta. Cuando está sobre él estira sus brazos hasta cogerle la cabeza y hacerle que caiga hacia atrás. Crea dos brazos que le sujeten ambos pies, y un tercero que nace del suelo y se apoya sobre la columna de Esparta. Con un simple movimiento, se deja caer y hace que el cuerpo de Esparta forme una v invertida, con el vértice a mitad espalda. Las vértebras estallan y se rompen, desgajando la columna. El cuerpo de Esparta cae al suelo como un saco de patatas inerte.
Xois y Luxor se chocan la mano. Pero, aún no han terminado.
Apamea, seria y silenciosa como siempre, levanta los brazos y el aire de la sala comienza a solidificarse. Centenares de bolas blancas empiezan a caer sobre ellos. Xois las para con sus brazos y Luxor las rompe con sus pistones, pero no podrán aguantas eternamente.
-          Ya es hora de que hagamos lo que hemos venido a hacer – dice Xois.
Luxor la mira.
-          Pero puedo que aún estemos muy arriba.
-          Entonces asegúrate de dar un buen golpe – dice Xois sonriendo.
Un brazo translúcido golpea levemente a Apamea y durante unos segundos el aire deja de solidificarse. Tiempo que Luxor aprovecha para ponerse a cuatro patas mientras pistones nacen de sus codos, rodillas y nudillos. Todo su cuerpo apunta al suelo.
Por su parte, Xois se sube a su espalda y se sujeta bien con unos brazos más pequeños, mientras crea otros cuatro gigantes que empiezan a golpear el techo hasta romperlo y abrir un boquete.
-          ¿Lista? – pregunta Luxor.
Apamea se vuelve a levantar y el aire empieza a solidificarse hacia ellos, en forma de lanzas.
-          ¿Para ti? Siempre estoy dispuesta.
Luxor sonríe y todos los pistones de su cuerpo se activan a la vez.

La onda de choque es tan brutal que Luxor y Xois salen despedidos hacia arriba y Apamea y los cuerpos de Numancia y Esparta hacia los lados. Xois crea dos pares de brazos para cogerse  de los bordes irregulares del agujero. Mientras, el suelo y parte de las paredes de la sale se han expandido hasta explotar y al otro lado solo hay una cosa: agua de mar.

diumenge, 10 de desembre del 2017

Green hunters IX: Mangle Zaragoza

                La lancha avanza rompiendo las olas. El mar, en pleno ocaso, parece un espejo de plata bruñida que deslumbra con destellos rosáceos y violáceos. Menfis, Luxor, Xois, Tebas y Edfu se mueven sobre al agua hacia el acorazado que se agita tranquilamente a lo lejos. La tormenta creada por Dendarah hacia un par de horas que se había despejado, dejando un cielo y ambiente húmedos y despejados.
                La primera respuesta del acorazado llega rápidamente. Un destello blanquecino emerge de su cubierto directo hacia ellos.
-          ¡Láser! – grita Edfu
Menfis gira los mandos rápidamente para esquivar el golpe. El láser se sumerge en el mar con un siseo escalofriante. Otro láser vuelve a caer sobre ellos.
-          Parece que quien tenga ese poder solo puede crear los láseres de uno en uno – dice Xois al observar la cadencia de los tiros.
Luxor asiente.
-          Mientras estemos a una distancia prudente podremos esquivarlos. Pero en algún momento tendremos que acercarnos.
La lancha da vueltas al navío a una distancia considerable. Mientras tanto el sol cae y la noche les abruma a todos. La luz de la luna es insuficiente, y navegar en esas condiciones es peligroso. Menfis suelta una maldición y retrocede hacia la playa. Para el motor y observa el barco. En ese momento el láser se redirige hacia la puerta. Sigue intentando romperla.
-          Hay tres en la cubierta: una chica disparando el láser ese por la boca, otra chica a su lado y una especie de monstruo nocturno mirándonos directamente. Era un hombre hace unos segundos así que supongo que ese es su poder.
-          ¿Y dentro del barco?
-          No puedo ver nada – dice Menfis encogiéndose de hombros -. Me imagino que habrán recubierto las paredes con algún material parecido al Manto de Hécate.
Menfis se gira y se sienta al lado de los otros cuatro.
-          Necesitamos un plan para poder acercarnos hasta él. Aunque nuestros poderes podrían interrumpir algún que otro disparo, acabarían fallando – se recuesta -. Ideas.
Durante unos minutos nadie habla. Solo piensan.
-          Tenemos pocas horas antes de que la puerta vuele en pedazos.
-          Creo que tengo una idea, pero es un poco loca – dice Tebas.
Menfis sonríe.
-          Esas son las mejores.

La lancha sale despedida. Parece que va en línea recta, pero en el momento que los disparos vuelven a caer empieza un errático y ligero vaivén hacia los lados, como un borracho haciendo zigzag.
-          ¡Edfu! – grita Menfis - ¡No podremos esquivar el siguiente!
Edfu que está de pie levanta su brazo derecho y apunta. Una flecha empieza a dibujarse siguiendo la línea recta del codo hasta la punta del dedo índice. El aura de Edfu crea vectores. Es decir, calculando las coordenadas X, Y y Z, puede disparar proyectiles. Incluso modificar su trayectoria solo con cambiar estas variables en su cabeza. El vector sale del brazo de Edfu como una flecha y choca contra el láser que iba directo hacia ellos.
La estrategia funciona los primeros metros, pero a medida que se van acercando, a Menfis le cuesta más predecir la trayectoria de los láseres y a Edfu poder interceptarlos.
-          Es la hora, Tebas – dice Menfis mientras otea el futuro inmediato -. Ninguno de nosotros podrá esquivar el próximo ataque.
Tebas se concentra. Piensa en ese día por la mañana. Piensa en Cnosos volando por los aires. Piensa en el bonsái que le ha salvado la vida a Dendarah. Piensa en todo eso y entonces dice:
-          Cuando tú digas.
Menfis asiente y se pone serie. Espera un segundo y se gira:
-          ¡Ahora!
Tebas apunta hacia el mar en un punto en concreto. El último vector que lanza Edfu pasa rozando el último láser, pero siendo insuficiente para detenerlo. El rayo de luz está a punto de tocarlos cuando la lancha se eleva. El proyectil choca contra un árbol que emerge en diagonal del mar.
Un tronco absurdamente grueso e imposiblemente largo, con una copa llena de hojas dispuestas como si fueran un colchón. Aunque el árbol en si desafía todas las leyes de la biología sigue creciendo pese al impacto. Sigue creciendo durante unos instantes hasta que para de golpe. En ese momento la lancha sale despedida.
Los cinco ocupantes se mantienen quitos unos momentos y entonces se sueltan y salen volando de ella. Salen despedidos por encima del barco y van directos a estrellarse contra la cubierta.
-          ¡Tú turno, Xois!
De la espalda de la pequeña mujer emergen cuatro manos traslucidas y solo con las articulaciones de los dedos y las muñecas. El brazo es más como un tentáculo y los dedos tienen formas regordetas, como si fueran garabatos de un niño pequeño. La manos son también bastante más grandes que las de una persona normal. Cada mano se cierra alrededor de la cintura de una de los otros cuatro. Sin embargo, siguen cayendo como piedras. Otras dos manazas gigantes emergen de la cubierta y los recogen en el aire cuando apenas quedaban un par de metros para que se convirtieran en melones reventados.
No obstante, Luxor está demasiado lejos y las manos no logran recogerlo. Su cuerpo sale despedido fuera de la cubierta. Xois desmantela rápidamente las manos que la unen con Menfis, Edfu y Tebas y, al momento, siente el tirón y sale despedida hacia atrás. Si no hubiera sido por la barandilla, con la que choca con fuerza, habrían caído los dos al mar.
Xois tose y gruñe por el golpe. Se asoma por la barandilla y ve el cuerpo de Luxor colgando.
-          ¿Estás bien?
Este levanta la cabeza y le sonríe.
-          ¡Si! Estoy genial.
Xois bufa pero suspira aliviada.
-          ¡Ahora te subimos! – le grita Tebas
Pero él no dice nada, en su lugar solo se oye como se rompen unos cristales.
-          Esperad – dice Luxor entrando por un ojos de buey que el mismo ha roto –, yo me infiltrare por aquí.
Menfis se asoma dispuesta a gritarle que espere pero este ya está dentro. Xois niega con la cabeza mientras crea una mano que la coge y la sube por encima de la barandilla.
-          Voy con él – dice mientras desciende -. ¡Nos vemos en la sala de controles!
Menfis pone los ojos en blanco y bufa mientras coge las manos de Edfu y Tebas y tira de ellos.
-          Están viniendo – dice -. Van a ver primero la lancha que ha caído por el otro lado, pero no tardaran en llegar aquí. Tenemos que infiltrarnos ya.

Abren una puerta al azar y la oscuridad fría y tenebrosa les traga. Ya están al amparo de los dioses.

dijous, 7 de desembre del 2017

Green hunters VIII: Bonsái de Jacarandá

                Menfis se abre paso como puede. Los árboles están muy juntos entre ellos y ella está al borde de quebrarse, física y emocionalmente. Encima, el agua fría del diluvio se cuelo entre las frondosas ramas y le resbalan por todo el cuerpo, congelándola. Cuando despertó al lado del cuerpo muerto de Siracusa no se podía creer lo que su increíble vista estaba captando. Primero, la brutal cantidad de aura de los seres vivos del Santuario que fluía hacia la Puerta de Llevant, donde un acorazado se mecía en las tranquilas aguas. Lo segundo, y lo que más le había impactado, fue ver el cuerpo casi muerto de Dendarah en brazos de Tebas.
                Los árboles se abren en un pequeño claro donde el agua se acumula en una charca fría, atrapada por las raíces que deforman el suelo. Menfis se acerca despacio hasta arrodillarse al lado de un Tebas que está fuera de sí. Tienes los ojos enrojecidos y su cuerpo está lleno de cortes. Mueve las pupilas como si llevara horas sin hacerlo hasta fijarlas en ella. Entonces la abraza y vuelve a llorar.
-          Cusae también ha muerto.
No es una pregunta. Tebas siempre había tenido una sensibilidad especial para captar esas cosas. Sus lágrimas calientes caen por la oscura piel de Menfis, haciendo contraste con la fría lluvia. Menfis, mira por primera vez el cuerpo de Dendarah y se fija en algo que hasta ahora no había visto. Un árbol enano con las hojas moradas y moteadas de colores azules cubre el cuerpo. Las raíces nudosas se introducen en las heridas de Dendarah. Es más, es como si el cuerpo estuviera tragándose el árbol. Menfis, con cuidado para no perturbar a Tebas, le pone los dedos en el cuello. Los capta enseguida: latidos. Y no solo eso, un pequeño punto de aura que crece lentamente. Lo siguiente que hace es tocar una de las raíces del árbol.
-          Tebas – susurra, pero este parece no escucharle -. ¡Tebas!
Este levanta la cabeza
-          ¿Qué es este árbol? – pregunta Menfis.
Tebas niega con la cabeza.
-          No lo sé – su voz sueno rota, quebrada -. Perdí el control y supongo que creé muchos árboles, entre ellos este. Supongo que lo habrá rematado.
Menfis le coge la cabeza y lo sacude.
-          Te equivocas, le está salvando – dice Menfis muy animada -. Este árbol está actuando de soporte vital. Hace circular la sangre, la oxigena, la filtra… ¿Ves ese corte que tiene en la frente por donde entran raíces finas? El árbol lo está utilizando para monitorizarlo. Es más, cuando llega a una zona daña, fuerza a mutar y cambiar sus células, de vegetales a animales. Este ser vivo es una maravilla.
Tebas la mira totalmente desconcertado.
-          Pero... ¿Cómo? No existe ninguna especie de árbol que pueda hacer eso.
-          Creo que has hecho que tu poder evolucione – dice Menfis -. Ya no solo creas copias de especies que conoces; creas tus propias especies. Es decir, tu aura moldea el genoma de especies que ya conoces para crearlas. ¡Es genial!
Tebas llora de nuevo, pero esta vez de alegría. Se acerca hasta Dendarah y le toca la cara. Parece que no por el agua helada, pero sigue allí, el calor de la vida. Los 36,5 grados que todo nos lo dan.
-          Rápido, debemos llevarlo al coche que he aparcado fuera de este bosque que has creado y debemos ir al convento de la Cassalleta. Los refuerzos están al caer.
-          ¿Han venido? – pregunta Tebas emocionado. Menfis sonríe y asiente.

Cuando entran en lo que fue el antiguo claustro del convento tres personas les están esperando. Xois, una chica menuda y con el pelo rojizo con destellos dorados. Va vestida con un simple vestido lleno de chapas de diferentes grupos de música. Luxor, un chico bastante musculado, con el pelo, los vaqueras y la camisa negros como las noches. Lleva un collar de pinchos y los ojos y los labios maquillados. Y Finalmente, Edfu, una mujer altísima, dos metros diez por lo menos. Va vestida con una sencilla chaqueta militar y unos pantalones negros. Los tres forman el grupo de operaciones externas. Básicamente se encargan de atacar a los peligros del Santuario desde fuera, antes de que pasen. Se abrazan. Había pasado mucho tiempo.
-          Bien, sé que son momentos tristes. Hemos perdido a Elefantina y a Cusae. Sin embargo, no es ahora de llorarlas – dice mientras se acerca a un gran mapa del Santuario que está colgado en la pared  y señala el trozo de mar que entra dentro de la murallas en el este-. Bien, aquí está el barco enemigo. He redirigido toda la energía de las puertas a la de Llevant. Durante horas y horas será indestructible. El acorazado no podrá escapar.
Coge aire mientras se dirige a un pequeño frigorífico donde hay siete botes con los nombre de todos menos el de Dendarah. También hay una foto de cada uno. Elige dos: Elefantina y Cusae.
-          El plan es fácil. Tenemos muchos enemigos en ese barco, incluso puede que más, ya que ahora sé que tienen mantos de Hécate. Es decir, pueden camuflarse de todo, incluso de mis poderos – mientras habla va sacando otros botes de la mochila junto con otras fotos-. Vamos, los derrotamos y recuperamos el ser vivo con más aura que existe. Os voy a dar cinco horas para que descanséis y os prepareís. ¿Alguna pregunta?
Tebas levanta la mano.
-          ¿Si?
-          ¿Qué estás haciendo?
Menfis sonríe.
-          Junto al lado de Dendarah encontré esto – dice enseñándoles el libro de aura -. Al parecer no se desvaneció. Lo más probable es que Dendarah no se lo ordenará, ya que estaba usando el poder de controlar el clima.
Empieza a pasar hojas hasta llega a las que están en blanco y empieza a abrir botes.
-          Lo que quiero hacer es darnos ventaja y no perder poderes. Y no me refiero solo a los poderes de Elefantina y Cusae – dice mientras les enseña fotos. Algunas muestran caras llenas de sangres, otras, cabezas sueltas, dos solo son imágenes de papilla sangrienta -. Crear diamantes, controlar muertos, jet, matar solo con la sangre de una persona y, el peor de todos, crear metal fundido. Por desgracia, los otros dos poderes no los he podido conseguir.
Cierra el libro y lo deja al lado de un durmiente Dendarah. El pequeño árbol ya casi ha desaparecido en el interior del cuerpo.
-          Bien, que alguien escriba una nota explicando donde y que vamos a hacer, por si acaso Dendarah despierta – dice mientras coge una chaqueta y una pala y se dirige a la puerta -. Ahora, descansad.
-          ¿Dónde vas? – le pregunta Luxor.
Menfis sonríe, pero con tristeza.
-          Debo enterrar un trozo de mi pasado, es lo mínimo que se merece – y desaparece bajo la inclemente lluvia.

Jericó se acerca y deja en el suelo la maceta en el suelo de metal frío. Se aleja rápidamente. Tiene miedo, el sudor le cubre todo el cuerpo.
-          Bien, mi pequeña niñita. Esto aún no ha acabado pero tú lo has hecho bastante bien – Jericó sonríe -, de momento.
Baja la cabeza rápidamente mientras que la voz en la oscuridad se carcajea.
-          Dios de dioses, a por el festín.

Una presencia gigantesca se desprende de la oscuridad y se precipita hacia el pequeño alcornoque que, sabio y eterno pero indefenso, siente como el más podrido de los seres lo vacía por dentro. Lentamente, pero sin detenerse.

divendres, 1 de desembre del 2017

Green hunters VII: Hyperión.

                El sol le deslumbra, lo ciega y hace que la piel blanca de sus manos le arda, pero a Tebas le da igual, le encanta y lo disfruta. Pensaba que iba a morir en esa cueva. Cuando Dendarah había quedad inconsciente, Tebas había avanzado a ciegas hasta que el agua dejó  paso a una pasadizo de rocas húmedas y resbaladizas. Entonces se sentó y ese fue su error. El frío casi lo consume por completo. Decidió acunar la cabeza de Dendarah hasta morir. Sin embargo, cuando una capa de escarcha le cubría el pelo, la barba e incluso el vello del pecho Dendarah había despertado y le había hecho entrar en calor cediéndole aura. Para ese momento ya habían pasado horas. Dendarah conocía la cueva y conocía la existencia de otra salida trasera, por donde ahora emergían.
                Lo huele antes de verlo: humo. Millones de partícula de ceniza corrompen el aire. Su aura se estremece: miles de árboles muriendo y trasmitiéndose el dolor entre ellos. Y no solo eso, el sotobosque muriéndose, pudriéndose. Alguien se estaba tragando toda el aura de los seres vivos del Santuario de Ahotep. Fuego y podredumbre.
-          Dendarah… - dice susurrando con lágrimas en los ojos – ya ha muerto el 40% de la vida de este lugar.
Dendarah no dice nada, simplemente le abraza. No lo comprende, ya que él no tiene esa conexión con la vida vegetal. Entonces tiene una idea. Coge de la mano a Dendarah y tira de él.
-          ¡Ya sé que buscan! – dice mientras se abre paso -. Están en la Sureria.
Tebas, apesadumbrado, levanta la cabeza y lo primero que ve son las columnas de humo ascendiendo como serpientes de muerte por todas partes. Después, a unos metros por delante de ellos la ve: la reserva de alcornoques del santuario. Pequeños ciclones de humo empiezan a surgir de ella.
-          ¿Cómo lo sabes?
-          Fácil – dice Dendarah -. No le encontraba el sentido a este ataque. Querer atacar un santuario tan bien protegido cuando no hay tesoros y todas las plantas que hay aquí están en todos lados. Bueno, casi todas.
-          Alcornoques – dice Tebas abriendo los ojos como platos -. Ya no quedan más alcornoques en este hemisferio. La Sureria es la última reserva.
-          Exacto. y hay tan pocos porque han tenido la desgracia de ser los seres vivos con más aura que existen. Hasta 1000 veces más que un humano normal. Y aquí tenemos el que más aura tiene. Es el puto centro de la vida de este lugar y no habíamos pensado en él.
Tebas va a contestar, pero entonces lo ve. Cnosos, uno de los asesinos de Elefantina, poniendo sus manos a más de 500 grados sobre la corteza de los vetustos alcornoques. Los árboles se estremecen y “gritan” mientras toda su vida es tragada por algo en el este.
Enloquece, simplemente grita y un gran Hyperión nace del suelo. Pero no lo hace de forma normal. No, crece en diagonal. Cnosos ha llegado a oír su grito y sentir sus auras, pero ha llegado demasiado tarde. Siente como toneladas de celulosa estallan contra su espalda. Las ramas lo empalan y le desgarran la piel, pero eso no es lo peor, el Hyperión crece tan rápido que, cuando alcanza su altura máxima, el cuerpo de Cnosos, ya medio muerto, sale despedido y se pierde montaña abajo. Al chocar contra el suelo, su cuerpo estalla de tal forma que hasta las extremidades se separan de su cuerpo.
No hay tiempo para celebraciones. Dendarah ha ido directo contra otro sujeto cubierto de diamantes que ha enloquecido al ver a su compañero ser reventado como una calabaza. Dendarah invoca el poder de la chica que mato hace unos días en su mano izquierda, metamorfoseándola en una espada gigante.  La espada choca contra el cuerpo de Cartago sin hacer siquiera una mella en la armadura de diamantes.
-          Malditos hijos de puta – grita Cartago –. Os arrepentiréis, os voy a meter diamantes por el culo hasta que estalléis.
Los diamantes empiezan a brotar de él como si de una fuente millonaria se tratara. Rápidamente, empieza a formarse una montaña brillante, con el de pico. Dendarah es tragado por la avalancha de diamantes.
Tebas gruñe y construye un muro de robles, pero los árboles son triturados y aplastado por la marea del mineral. Entonces decide crear un pino y dejarlo caer sobre la pila de diamantes para intenta utilizarlo como puente hasta Cartago. Parece funcionar, incluso avanza varios metros, pero el árbol empieza a colapsar por los miles de diamantes que lo tragan y lo zarandean. Durante unos segundos, Tebas solo ve diamantes resplandeciendo en cientos de destellos multicolores.
Un cuerpo unido a una gran espada y un libro emerge al lado de Cartago. Este se asusta al principio pero enseguida una sonrisilla socarrona le adorna el rostro cuando ve la espada caer contra él.
-          ¿De verdad piensas…?
Un brazo derecho tapizado de deslumbrantes diamantes cae por un terraplén de las mismas gemas dejando un reguero de sangre rojiza. Cartago grita lleno de pánico. Ha dejado de producir diamantes e intenta detener la hemorragia. Dendarah se posiciona ante él, lleno de cortes y arañazos. A sus pies, la fortaleza de diamantes comienza a desmoronarse.
-          Esta espada – dice seriamente – no solo corta. Tiene una habilidad llamada adaptabilidad. Es decir, cuando toca un material que no puede cortar, cambia su conformación y composición para poder cortarlo la siguiente vez.
Dendarah observe como Tebas emerge del montón de diamantes cogido aún al árbol que se asoma de forma casi imperceptible. Sonríe aliviado.
-          Nunca sobreestimes tu poder. Pero más importante aún: nunca subestimes el de tú adversario.
La cabeza de Cartago se separa de su cuerpo de un solo y sencillo corte. Dendarah observa el cuerpo del muerto durante unos segundos y se dirige a toda prisa hacia Tebas  y los dos siguen hasta tierra firme.
-          Esto me va a dejar seco – dice Dendarah arrodillándose en el suelo y abriendo su libro -. Te presento mi cuarto poder: control del clima.
Los nubarrones emergen del cielo como si una gran horda de ovnis invadiera la Tierra hasta cubrir el firmamento. La lluvia llega al segundo. Dendarah sonríe, tiene ojeras y está muy cansado, pero lo han conseguido.
El aire se abre, como si fuera un telón invisible. Una cabeza de mujer y un brazo emergen. La chica echa un gran vistazo a ambos y en su mano derecha aparece un triángulo irregular de mármol, con los bordes llenos de esquirlas afilada. Dendarah aún sonríe cuando la chica lo empala por la espalda. El trozo de mármol emerge cubierto de sangre por el otro lado, como una rosa de piedra blanca y roja.
-          Me llamo Jericó. Misión cumplida - en su otra mano, una maceta con un alcornoque achatado y raquítico, pero que desprende una aura gigantesca y con las hojas de colores brillantes.
Jericó intenta atacar a Tebas pero este está fuera de sí. La chica mide la situación y la prudencia la llama, así que decide volver a cubrirse con la capa hasta desaparecer totalmente. En ese justo momento, centenares de árboles emergen por doquier. Robles, sauces, secuoyas…

                Tebas se arrodilla al lado de Dendarah. Grita, llora e intenta detener la hemorragia, pero no sirve de nada, la vida desaparece y se va con los arroyuelos que ha creado la lluvia. Todo perdido. Hasta que el aura muta…