Xois y
Luxor se abren paso a través de la oscuridad. Tarea que se les hace realmente
dura, y ya no solo por la falta de luz, sino también por el hecho de que todo
el barco este cubierto de algún material anti-aura que parece hacer que la percepción
les falle.
-
¿Crees que ya estaremos lo suficientemente
abajo?
-
No lo sé – susurra Xois -. Hemos bajado
bastantes escaleras, pero este lugar es bastante alto. Aunque creo que debemos
estar cerca de la parte más baja. De todas formas, podemos empezar a reventar el
suelo hasta llegar al agua.
Un conjunto de carcajadas se oyen
a su alrededor. Parece que están en una habitación grande y vacía, ya que las risotadas
suenan y se esparcen como el canto de un coro de maníacos.
-
Me parece, que no podemos permitir que hundáis nuestro
precioso navío.
De repente, las luces les ciegan.
Una amplia habitación se abre ante ellos. Sin ningún mueble o caja, totalmente
vacía. Solo están ellos y tres persona más a la otra punta de la habitación. Dos
mujeres y un hombre. Luxor saca un pintalabios de color negro y se repasa los
labios. Seguidamente, se cruje los dedos y sonríe.
-
Bueno, esto era de esperar – dice mientras
concentra aura en su brazo derecho -.
Mejor empezar pronto y acabar rápido.
Un gran pistón de metal se forma
en su codo derecho. Su poder es fácil y simple: crear pistones en sus
articulaciones para aumentar su potencia de golpe o simplemente crear ondas de
choque. Se pone a correr directos a ellos.
-
Me voy a presentar antes de humillarte – dice una
de las chicas adelantándose a sus compañeros-. Me llamo Numancia, y vengo a
dejarte en la mierda.
De repente, un vórtice de colores
azulados se forma en el suelo y un guante de boxeo violeta unido a un muelle
sale despedido del suelo a los pies de Luxor. El puño le pega directamente en
la barbilla, deteniendo su carrera de golpe y haciendo que caiga al suelo, casi
sin sentido.
-
Holap – dice el hombre adelantándose -. Aquí a
todos nos gusta presentarnos antes de matar. Esparta, un placer.
Al momento, su brazo izquierdo se
repliega sobre sí mismo hasta formar una especie de boca de cañón, con su puño como bala. Entonces, el brazo se
despliega y se alarga. Como una bala se dirige a Luxor que se levanta con
dificultad. No obstante, Xois está más rápida y detiene el golpe con uno de sus
brazos translúcidos.
-
¡Luxor! ¡Maldito serril! – dice Xois enfadada acercándose
a él. Tiempo que utiliza Esparta para replegar su brazo -. Te tengo dicho que
no ataques a lo loco y que cuentes con todos.
Decenas, cientos de vórtices azulados
se abren alrededor de Xois, que abre los ojos y se queda paralizada por el
miedo.
-
¿De verdad piensas que es el mejor lugar para
reñir a alguien? – dice Numancia con una sonrisa en los labios.
Centenares de puños salen
despedido de los vórtices, haciendo que Xois se vuelve invisible bajo la lluvia
de golpes. Sin embargo, estos no desaparecen, una vez golpean, se contraen, y vuelven
a golpear.
-
¡Xois! – grita Luxor poniéndose en pie
rápidamente.
-
Una vez marco un lugar con mi aura, los puños pueden atacar cuantas
veces lo desee – dice mientras se carcajea.
Luxor se levanta a toda velocidad
y se precipita sobre la mujer.
-
Apamea – dice Numancia sin inmutarse.
La otra chica levanta un brazo y
al momento el aire se solidifica entre Luxor y Numancia, formando una barrera
de color blanco lechoso. Luxor se estrella contra ella y apunto esta de caer en
el suelo, pero al segundo, escucha los sonidos de los golpes cayendo sobre Xois
y reacciona.
Mientras apoya los dos puños
sobre la barrera, dos pistones se forman en ambos codos a la vez. En menos de
un segundo, los pistones entran con fuerza en el antebrazo de Luxor y la pared
se resquebraja. Al segundo golpe, todo explota en cientos de trozos que se
disuelven en el aire.
Luxor no dudo y atraviesa la
lluvia de cristales volátiles. Su mano izquierda va directa al cuello de
Numancia. Apamea y Esparta no pueden reaccionar a tiempo y el pistón baja. La cabeza
de Numancia se convierte en una explosión de sangre, hueso y pelos que se
esparce por toda la sala.
Los puños y los vórtices
desaparecen. Xois está en el suelo, llena de moratones pero cubierta por sus
brazos, que la han protegido de los peores golpes. Reacciona rápido para parar
otro de los golpes de Esparta que iban directos a Luxor.
-
Maldita niña – dice Esparta, rojo de rabia
mientras dirige el puño a Xois.
Pero este no la golpea, simplemente
la coge por el cuello del vestido y la atrae hacia él.
-
Te voy a hacer lo mismo que tu estúpido amigo le
ha hecho a Numancia – dice mientras contrae el otro brazo y lo apunta hacia
Xois.
Pero ella no se asusta, no duda,
simplemente actúa. Revolviéndose como una leona se envuelve alrededor del brazo
que la sujeta mientras siete de sus extremidades hacen lo mismo. Entonces,
simplemente giran.
Esparta, observa horrorizado como
su brazo gira sobre sí mismo varias veces, desgarrándose piel, músculo y hueso
hasta quedar separado del cuerpo.
Grita, y el disparo que tenía
preparado sale hacia un lado, perdiéndose. Xois utiliza sus brazos para moverse
y saltar sobre Esparta. Cuando está sobre él estira sus brazos hasta cogerle la
cabeza y hacerle que caiga hacia atrás. Crea dos brazos que le sujeten ambos
pies, y un tercero que nace del suelo y se apoya sobre la columna de Esparta. Con
un simple movimiento, se deja caer y hace que el cuerpo de Esparta forme una v
invertida, con el vértice a mitad espalda. Las vértebras estallan y se rompen,
desgajando la columna. El cuerpo de Esparta cae al suelo como un saco de patatas
inerte.
Xois y Luxor se chocan la mano. Pero,
aún no han terminado.
Apamea, seria y silenciosa como
siempre, levanta los brazos y el aire de la sala comienza a solidificarse. Centenares
de bolas blancas empiezan a caer sobre ellos. Xois las para con sus brazos y Luxor
las rompe con sus pistones, pero no podrán aguantas eternamente.
-
Ya es hora de que hagamos lo que hemos venido a
hacer – dice Xois.
Luxor la mira.
-
Pero puedo que aún estemos muy arriba.
-
Entonces asegúrate de dar un buen golpe – dice Xois
sonriendo.
Un brazo translúcido golpea
levemente a Apamea y durante unos segundos el aire deja de solidificarse. Tiempo
que Luxor aprovecha para ponerse a cuatro patas mientras pistones nacen de sus
codos, rodillas y nudillos. Todo su cuerpo apunta al suelo.
Por su parte, Xois se sube a su
espalda y se sujeta bien con unos brazos más pequeños, mientras crea otros
cuatro gigantes que empiezan a golpear el techo hasta romperlo y abrir un
boquete.
-
¿Lista? – pregunta Luxor.
Apamea se vuelve a levantar y el
aire empieza a solidificarse hacia ellos, en forma de lanzas.
-
¿Para ti? Siempre estoy dispuesta.
Luxor sonríe y todos los pistones
de su cuerpo se activan a la vez.
La onda de choque es tan brutal
que Luxor y Xois salen despedidos hacia arriba y Apamea y los cuerpos de
Numancia y Esparta hacia los lados. Xois crea dos pares de brazos para cogerse de los bordes irregulares del agujero. Mientras,
el suelo y parte de las paredes de la sale se han expandido hasta explotar y al
otro lado solo hay una cosa: agua de mar.
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