diumenge, 10 de desembre del 2017

Green hunters IX: Mangle Zaragoza

                La lancha avanza rompiendo las olas. El mar, en pleno ocaso, parece un espejo de plata bruñida que deslumbra con destellos rosáceos y violáceos. Menfis, Luxor, Xois, Tebas y Edfu se mueven sobre al agua hacia el acorazado que se agita tranquilamente a lo lejos. La tormenta creada por Dendarah hacia un par de horas que se había despejado, dejando un cielo y ambiente húmedos y despejados.
                La primera respuesta del acorazado llega rápidamente. Un destello blanquecino emerge de su cubierto directo hacia ellos.
-          ¡Láser! – grita Edfu
Menfis gira los mandos rápidamente para esquivar el golpe. El láser se sumerge en el mar con un siseo escalofriante. Otro láser vuelve a caer sobre ellos.
-          Parece que quien tenga ese poder solo puede crear los láseres de uno en uno – dice Xois al observar la cadencia de los tiros.
Luxor asiente.
-          Mientras estemos a una distancia prudente podremos esquivarlos. Pero en algún momento tendremos que acercarnos.
La lancha da vueltas al navío a una distancia considerable. Mientras tanto el sol cae y la noche les abruma a todos. La luz de la luna es insuficiente, y navegar en esas condiciones es peligroso. Menfis suelta una maldición y retrocede hacia la playa. Para el motor y observa el barco. En ese momento el láser se redirige hacia la puerta. Sigue intentando romperla.
-          Hay tres en la cubierta: una chica disparando el láser ese por la boca, otra chica a su lado y una especie de monstruo nocturno mirándonos directamente. Era un hombre hace unos segundos así que supongo que ese es su poder.
-          ¿Y dentro del barco?
-          No puedo ver nada – dice Menfis encogiéndose de hombros -. Me imagino que habrán recubierto las paredes con algún material parecido al Manto de Hécate.
Menfis se gira y se sienta al lado de los otros cuatro.
-          Necesitamos un plan para poder acercarnos hasta él. Aunque nuestros poderes podrían interrumpir algún que otro disparo, acabarían fallando – se recuesta -. Ideas.
Durante unos minutos nadie habla. Solo piensan.
-          Tenemos pocas horas antes de que la puerta vuele en pedazos.
-          Creo que tengo una idea, pero es un poco loca – dice Tebas.
Menfis sonríe.
-          Esas son las mejores.

La lancha sale despedida. Parece que va en línea recta, pero en el momento que los disparos vuelven a caer empieza un errático y ligero vaivén hacia los lados, como un borracho haciendo zigzag.
-          ¡Edfu! – grita Menfis - ¡No podremos esquivar el siguiente!
Edfu que está de pie levanta su brazo derecho y apunta. Una flecha empieza a dibujarse siguiendo la línea recta del codo hasta la punta del dedo índice. El aura de Edfu crea vectores. Es decir, calculando las coordenadas X, Y y Z, puede disparar proyectiles. Incluso modificar su trayectoria solo con cambiar estas variables en su cabeza. El vector sale del brazo de Edfu como una flecha y choca contra el láser que iba directo hacia ellos.
La estrategia funciona los primeros metros, pero a medida que se van acercando, a Menfis le cuesta más predecir la trayectoria de los láseres y a Edfu poder interceptarlos.
-          Es la hora, Tebas – dice Menfis mientras otea el futuro inmediato -. Ninguno de nosotros podrá esquivar el próximo ataque.
Tebas se concentra. Piensa en ese día por la mañana. Piensa en Cnosos volando por los aires. Piensa en el bonsái que le ha salvado la vida a Dendarah. Piensa en todo eso y entonces dice:
-          Cuando tú digas.
Menfis asiente y se pone serie. Espera un segundo y se gira:
-          ¡Ahora!
Tebas apunta hacia el mar en un punto en concreto. El último vector que lanza Edfu pasa rozando el último láser, pero siendo insuficiente para detenerlo. El rayo de luz está a punto de tocarlos cuando la lancha se eleva. El proyectil choca contra un árbol que emerge en diagonal del mar.
Un tronco absurdamente grueso e imposiblemente largo, con una copa llena de hojas dispuestas como si fueran un colchón. Aunque el árbol en si desafía todas las leyes de la biología sigue creciendo pese al impacto. Sigue creciendo durante unos instantes hasta que para de golpe. En ese momento la lancha sale despedida.
Los cinco ocupantes se mantienen quitos unos momentos y entonces se sueltan y salen volando de ella. Salen despedidos por encima del barco y van directos a estrellarse contra la cubierta.
-          ¡Tú turno, Xois!
De la espalda de la pequeña mujer emergen cuatro manos traslucidas y solo con las articulaciones de los dedos y las muñecas. El brazo es más como un tentáculo y los dedos tienen formas regordetas, como si fueran garabatos de un niño pequeño. La manos son también bastante más grandes que las de una persona normal. Cada mano se cierra alrededor de la cintura de una de los otros cuatro. Sin embargo, siguen cayendo como piedras. Otras dos manazas gigantes emergen de la cubierta y los recogen en el aire cuando apenas quedaban un par de metros para que se convirtieran en melones reventados.
No obstante, Luxor está demasiado lejos y las manos no logran recogerlo. Su cuerpo sale despedido fuera de la cubierta. Xois desmantela rápidamente las manos que la unen con Menfis, Edfu y Tebas y, al momento, siente el tirón y sale despedida hacia atrás. Si no hubiera sido por la barandilla, con la que choca con fuerza, habrían caído los dos al mar.
Xois tose y gruñe por el golpe. Se asoma por la barandilla y ve el cuerpo de Luxor colgando.
-          ¿Estás bien?
Este levanta la cabeza y le sonríe.
-          ¡Si! Estoy genial.
Xois bufa pero suspira aliviada.
-          ¡Ahora te subimos! – le grita Tebas
Pero él no dice nada, en su lugar solo se oye como se rompen unos cristales.
-          Esperad – dice Luxor entrando por un ojos de buey que el mismo ha roto –, yo me infiltrare por aquí.
Menfis se asoma dispuesta a gritarle que espere pero este ya está dentro. Xois niega con la cabeza mientras crea una mano que la coge y la sube por encima de la barandilla.
-          Voy con él – dice mientras desciende -. ¡Nos vemos en la sala de controles!
Menfis pone los ojos en blanco y bufa mientras coge las manos de Edfu y Tebas y tira de ellos.
-          Están viniendo – dice -. Van a ver primero la lancha que ha caído por el otro lado, pero no tardaran en llegar aquí. Tenemos que infiltrarnos ya.

Abren una puerta al azar y la oscuridad fría y tenebrosa les traga. Ya están al amparo de los dioses.

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