La trampa estaba servida. Nada más
entrar en la habitación una cuchilla había caído sobre ellos. Edfu había
saltado hacia la derecha, mientras que Menfis tiraba de Tebas hacia la
izquierda. Así habían quedado completamente separados.
En la habitación hay 4 seres
vivos: el pequeño alcornoque que está moribundo, Jericó, la atacante de
Dendarah, otro chaval joven y un señor más mayor sentado sobre un sillón.
La cuchilla emerge de la manga de
una gigantesca figura que hay sobre la cabeza del señor sentado. Es como un
hombre de tres metros cubierto por una túnica ceremonial y con la capucha
echada sobre la cabeza. Dos cuchillas semicirculares unidas a cuerdas emergen
de cada una de las mangas de la túnica.
-
Ya era hora de que llegarais hasta aquí – dice el
señor con una voz cálida y aterciopelada -. Con la cantidad de aura que desprendemos y lo que habéis
tardado en encontrarnos – suspira -. Jericó, Sagunt, encargos de ellos. Va.
Menfis mueve rápidamente la mano
para sacar una pistola para volarle la cabeza al que parece el jefe. Sin
embargo, una cadena restalla como un látigo sobre su mano haciendo que la pistola
salga despedida. El chaval que se hace llamar Sagunt se acerca a ellos, con una
cadena emergiendo de la palma de su mano.
Otra cadena sale de su otra mano,
envolviendo el antebrazo de Tebas que se acercaba por detrás y lo lanza
hacia la pared. El cuerpo de Tebas sale
despedido contra la pared. Menfis gruñe, sin tierra ni nutrientes, el poder de
Tebas es inútil.
Sagunt se vuelve a centrar en
ella y lanza las dos cadenas a toda velocidad contra ella. Menfis se concentra
rápidamente hasta ver la realidad desdibujarse. Desaparece. Durante unos
segundos, Sagunt se queda perplejo sin saber qué hacer. Entonces, Menfis
aparece al lado de su cabeza y le da una patada voladora. Sin embargo, Sagunt
apenas se inmuta y una cadena emerge de su boca y envuelve la pierna de Menfis.
-
Idiota – dice Sagunt -. Cosas así son inútiles
contra mí.
Con un chasquido de la cadena,
Sagunt lanza volando a Menfis que choca contra un Tebas que se estaba acabando
de recuperar. El señor de la silla resopla y levanta la mano, lo que hace que
Sagunt se detenga.
-
Me aburro – dice -. Poseidón.
Al momento, la figura que tiene
sobre la cabeza se deshace y aparece otra. Otro hombre vestido con un traje de
navegante deslucido y con la cara tapada completamente con algas. Sus brazos
acaban en tres dedos que levanta hacia Menfis y Tebas. De repente, de las seis
falanges sale disparada una lluvia de gotas de agua a toda velocidad.
Tebas pone en marcha el plan que
había preparado apenas unos segundo antes de entrar. Recombinación génica: del
suelo emerge un roble de colores metálicos, mientras que las raíces se extienden,
planas, como hojas de papel, dejando el suelo oxidado y lleno de grietas y
rotos. Las balas de agua chocan contra el árbol, creando un repiqueteo metálico
que se les mete en la cabeza.
-
¡He creado una especie de árbol que solo necesitas
asimilar metales pesados para crecer!- dice Tebas gritando - ¡Un ser vivo
inviable de cualquier otra forma!
Mientras tanto, Jericó y Edfu han
llegado a un punto muerto. Mientras Edfu corre alrededor lanzando las flechas
vectoriales, Jericó crea paredes de mármol para protegerse. Jericó grita,
harta.
-
¿Has visto alguna vez una rosa de mármol? – dice
mientras en sus manos varias capas de mármol se solapan para crear una gran
amalgama que se parece a una rosa.
Jericó utiliza una gran cantidad
de aura para lanzarla hacia Edfu. Pero
ella simplemente toca el suelo con dos dedos y se mueve unos pasos hacia atrás.
Cuando la rosa de mármol llega a apenas unos centímetros de ella, cambia la
trayectoria y vuelve a toda velocidad hacia Jericó. Esta, aunque muy
sorprendida, consigue reaccionar a tiempo y crear otra rosa exacta para que
chocara contra la otra.
-
Es muy iluso pensar que mi poder es crear solo
vectores en 3D – dice Edfu mientras levanta la mano y diez flechas empiezan a
dibujarse sobre sus dedos -. Los vectores en 2D me permiten crear cambios de
trayectoria. Y mira.
Jericó observa asustada como todo
a su alrededor, suelo, techo y paredes, está lleno de vectores en 2D. Una
trampa vectorial. Al momento, Edfu dispara los diez vectores, al principio, en trayectorias
raras, pero al chocar contra las flechas dibujadas, cambian de trayectoria y
convergen en Jericó. Esta, rápidamente crea un búnker de mármol. Aunque las
flechas se desvían al chocar contra él, no desaparecen y siempre vuelven sobre
un vector en 2D para volver sobre ella. Y con cada impacto, un poco de mármol
se rompe.
Edfu coge aire con fuerza
mientras pone su brazo derecho en posición, y con el izquierdo lo sujeta: esa
batalla debe ser rápida. No obstante, debe recalcular varias veces los
parámetros porque… ¡El suelo se está torciendo!
Una gran sonrisa se dibuja en su
rostro. Esos dos lo han conseguido, el barco se está escorando porque tiene una
brecha. Pero no se detiene, aunque ese vector se desvíe un poco, el resultado
será igual. Una flecha gigante, de cantidades inhumanas de aura sale de su brazo.
Jericó no lo ve ni venir, estando
como está atrapada en la trampa vectorial. La flecha arrasa con todo: con el búnker
de mármol, con ella misma, con las paredes… incluso el resto de vectores
cambian su trayectoria para seguir el de ese gigante. El proyectil es tan
fuerte que revienta la pared y abre un gran boquete al aire libre.
Pero Edfu no se detiene: crea un
vector hacia el hombre sentado. Sin embargo, este la mira con desdén y dice:
-
Hefestos
Un hombre vestido con una
armadura completa de metal emerge a su espalda. Las manos de este nuevo avatar
se expanden y se juntan para formar un gran escudo donde el vector simplemente
choca para desaparecer.
A apenas unos cien metros, Menfis
tiene atadas su mano izquierda y su pierna derecha en dos cadenas hacia Sagunt.
Menfis intenta con todas sus fuerzas que Sagunt no la lance despedida, ya que
otro golpe así la dejaría fuera de juego.
-
Te vas a enterar, idiota – dice Sagunt.
Menfis sonríe con mucho esfuerzo
por la presión de las cadenas.
-
Hablas muy mal.
Dice mientras dispara con su mano
derecha al aire. La bala desaparece.
-
Eso no me afectará – grita Sagunt riéndose -. Pagareis
por…
-
¿Por Jericó? – dice Menfis - ¿Sabes? Vas a caer
por el mismo error que ha cometido ella: no contemplar todas las variables.
Tebas emerge al lado de su
cabeza. En su palma derecha emerge un largo y fino arbolito que le ha absorbido
casi todos los nutrientes, que se encuentra aún más débil y flaco que de
normal. Mientras habían estado atrapados por la lluvia de Poseidón, habían
ideado ese plan. Y gracias al apoyo de Edfu, lo están llevando a cabo.
El arbolito restalla con fuerza
sobre la cabeza de Sagunt. El tronco no se rompe, es demasiado elástico. Lo que
si se rompe es la concentración de Sagunt, al mismo tiempo que una línea de
sangre le emerge en la mejilla. La bala, como si se formara de aire, aparece
ante sus ojos y le atraviesa la cabeza de parte a parte.
-
Artemisa – dice el señor de la silla con una
ligera furia, para desesperación de Tebas, Menfis y Edfu, que no tienen tiempo
para descansar.
Al momento, la representación de
una Artemisa de Éfeso emerge sobre la cabeza del viejo. Pero a diferencia de la
obscena estatua normal, esta tiene cinco pares de brazos, y en cada uno de
ellos hay un arco cargado.
-
Adiós.
El tiempo se ralentiza y en
apenas unos segundos, el barco se sacude con fuerza, como si chocara con algo. Las
flechas salen volando y se dispersan sobre diferentes sitios.
-
¿Qué coño ha pasado? – grita el señor en vano,
ya que no le quedan subordinados cerca.
Sin embargo, es Edfu la que lo ve
todo a través del agujero en la pared que ella misma había hecho. Es todo. Las
olas, la espuma, la muralla… Toda la mar.
-
Hielo…
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