dimecres, 24 de gener del 2018

Trinxera de llençols

La llum ataronjada, que escapa pels trencats de la persiana, desfà a ganivetades la foscor que ens fa de confident. Xiuxiuejos tímids i gemecs apagats són els sentinelles de les nostres boques quan perden el consol mutu. Sentint la teua pell salobre, rodejant les marques vaporoses que el meu alé ha deixat a foc. Seguint un camí indefinible i massa curt per a omplir el desig d'una vida insatisfeta.
Esperant el monsó dels nostres cossos, fem dels llençols la nostra trinxera inexpugnable. Buscant la calor per a tapar el fred negre que ens mossega i busca apagar la flama que ens encisa. La necessitat del teu tacte que calme l'horror que em produeix la soledat.
El temps es torna lent al nostre voltant, tan lent que es fa dens i el sentim recórrer, amb mans desvergonyides, els nostres éssers desvestits. Segons que es fan minuts, minuts que es tornen infinitats. Infinitats que no són suficientment llargues per calmar la meua set de tu.
Flors sorgeixen de les meues entranyes, convertint el meu interior en una riuada imparable, que ho vol arrasar tot, que amenaça en partir-me per la meitat si la condemne a viure sense les teues carícies suaus.
No batallem darrere la nostra línia de coixins, tan sols intentem fer que les nostres ànimes vibren fins convertint-se en corrents elèctrics que escapen de nosaltres, deixant al darrere una estela de plaer dolç.
No volem sang, tal vegada si altres substàncies, dins de la nostra fortalesa de matalassos. No, no la volem. Els nostres ganivets no tallen, ni les nostres bales travessen la pell. Els nostres atacs segueixen una direcció completament diferent. L'únic mal que podem fer és el de les orelles dels veïns.
Ja que no tinguem com a sostre el cel estrellat, tinguem els fils entrellaçats de les mantes que miren, expectants, el festival de tactes que es viu baix d'elles. Canviant de morfologia al ritme de les nostres formes incansables i inestables. Creant i desfent valls i serralades de llana tan ràpidament que pareguem déus grecs.

Que a les nostres trinxeres de llençols no mor ningú, sols el dolor terrenal. I, potser, també les meues ganes de sortir de la teua calor.

dissabte, 20 de gener del 2018

Green hunters XV: Higuera

La luz, en un principio blanca, se deshace en varios haces de colores. Los diferentes haces comienzan a concentrarse alrededor de Dendarah y a adoptar formas difusas y arremolinarse alrededor de Dendarah. Sarmizegetusa lo observa, pensativo, pero no inactivo, ya que Artemisa empieza a volver a recargar las flechas.
-          Según la clasificación oficial, podemos clasificar el aura en seis tipos – dice Dendarah -. Elemental: como el nombre dice, crear un elemento; Modificadora: la alteración corporal; Creadora: el aura se manifiesta en algo vivo; Emisión: el cuerpo emite algo, como calor; Ingeniero: el aura se manifiesta en algo artificial; y Avatar: un usuario con varios tipos de poderes los proyecta a través de terceros.
Sarmizegetusa se harta del parloteo de Dendarah y lanza las flechas de su avatar. Sin embargo, Xois, que lo había previsto, ha corrido a su lado y ha creado cinco brazos para detener el impacto de los proyectiles.
-          El tipo de aura – sigue Dendarah – se hereda de los padres, es algo genético. Al igual que con el pelo o el color de los ojos, el factor dominante prevalece.
Las luces, que se han separado en catorce formas claramente diferenciadas, van perdiendo su carácter amorfo y se pueden empezar a distinguir, patas, ojos, ¿picos?
-          No obstante, existe la codominancia  - dice Dendarah -. Aunque predomina la genética de mi padre, el tipo Ingeniero, el que me permite crear el libro donde colecciono poderes, mi madre también dejó su parte.
Las luces adquieren su forma final. Catorce aves del paraíso se posan sobre Dendarah o revolotean a su alrededor. Cada uno es de un color diferente. Un pájaro de tonos blanquecinos que está posado en el hombro derecho de Dendarah, abre el pico. Un lanzacohetes emerge de él. Antes si quiera de poder reaccionar, la cabeza de Artemisa revienta en millones de piedrecitas. Al momento, el avatar se desvanece en una nube de polvo y humo.
-          Puede que no controle este tipo de aura, pero sí que puedo llegar al estado de Arcadia, al que ni siquiera tú puedes llegar.
Sarmizegetusa frunce el ceño lleno de furia.
-          ¡¿Y qué?! –grita- La forma Arcadia, es decir, cuando un Avatar despliega todos sus alter egos a la vez, también es la forma más rápida de cansarse. Mientras tenga a Hera, no podrás hacer nada.
Una bandada de pájaros sale volando hacia Sarmizegetusa sin dudarlo. Las aves revolotean a su alrededor lanzándole hielo, metal candente, misiles, láseres… todo lo que pueden y más. Apolo, Deméter y Dionisio no tienen nada que hacer y se desvanecen, destruidos por las brutales acometidas de los pequeños avatares de Dendarah.
-          ¡Atenea! – grita Sarmizegetusa, rojo de ira, después de que Hera lo haya sanado.
Un ángel gigantesco de características andróginas sale de la espalda de él. Va vestido con una túnica de colores blanquecinos y azulados. Su rostro está oculto por una máscara funeraria. Las plumas de las alas salen disparadas como flechas. Los pájaros se ven obligados a esquivarlos sin poder hacer nada, ya que sus ataques parecen no afectar al nuevo y poderoso avatar.
-          El as en la manga – susurra Menfis entre dientes, detrás del muro de metal.
Xois coge al vuelo a Dendarah, que comienza a desfallecer, al mismo tiempo que crea dos brazos gigantescos que los envuelvan y paran las plumas.
-          ¿Qué te ocurre? – pregunta Xois a Dendarah, mientras lo acuna.
Este jadea y cierra los ojos.
-          Sarmizegetusa tiene razón. Arcadia succiona muy rápidamente mi aura. O acabamos rápido o perdemos. Pero esa Atenea parece indestructible.
Al decir eso, la diosa abre los ojos y un  rayo de luz emerge de ellos. La potente fuente de poder es desviada por un pájaro, que representa el poder de Elefantina.
Aunque apenas puede con su alma, Menfis se levanta del suelo. Sabe que deben hacerlo todos juntos para poder ganar. Se tambalea un poco, en parte por el cansancio y las heridas, en parte porque el barco sigue escorándose. Al parecer, casi no queda hielo para aguantar al navío.
Menfis levanta los ojos y se encuentra con los de Xois. Es la que en mejor estado está, por lo tanto, la huida dependerá de ella. Levanta dos dedos de su mano izquierda, mostrándoselos. Ella abre los ojos, aterrorizada. Menfis ya ha salido corriendo. Aunque sale de la barrera, Sarmizegetusa está demasiado ocupado con los pájaros como para darse cuenta.
Dos de los animales se posan en los hombros de ella. Uno hace que sus capacidades físicas mejoren, el otro hace que su cuerpo sea mucho más ligero. Un tercero clava sus garras en su espalda y se queda expectante, esperando. Llega al final de la sala.
Es el turno de Xois, que crea una mano gigantesca y la coge. Mientras la manaza coge impulso para lanzarla, Menfis piensa en las limitaciones de su poder de transporte. Necesita tocar algo para moverlo entre el tejido dimensional.
El brazo la lanza. En ese instante, el pájaro de la espalda deja escapar aire a reacción para impulsarla. En menos de un segundo, Menfis aterriza sobre el ala derecha de Atenea. No pierde el tiempo. Las líneas empiezan a dibujarse ante ellas y antes de que lo piense, desaparece. De la misma forma lo hace la mitad del avatar.
Menfis y la mitad de Atenea, aparecen a los pies de Sarmizegetusa. En nada, el avatar desaparece. Sarmizegetusa saca una pistola para matarla, pero un brazo aparece y se la arrebata.
Xois se acerca, con tres brazos surtiendo se su espalda, en cada uno de ellos lleva a Dendarah, Tebas y Luxor. Crea otros dos, uno para recoger a Menfis, y otro para coger el pequeño alcornoque. Después se dirige al agujero de la pared. Apenas faltan unos minutos para que el gran acorazado se hunda.
-          ¡Espera! – le grita Sarmizegetusa, al borde del pánico.
Xois se gira, antes de salir.
-          ¿Sabes? Me he dado cuenta de que no puedes mover tus piernas. Sin eso y sin avatares te ahogaras junto a este barco. Entrarás en un bucle de ahogamiento y resurrección mientras Hera te siga salvando. A ver que se acaba antes, tu cordura o tu aura.
Y salta. No espera respuesta ni dice nada más. Mientras que con los cinco brazos que salen de su espalda sujeta a sus compañeros, utiliza dos que salen de su estómago para moverse, utilizando los icebergs como apoyo.  
No entiende que, aunque este amaneciendo y el sol caliente y sea agua salada, esa cantidad masiva de hielo se derrita. A medida que se va acercando a la costa, siente calor emergiendo del agua.  Se extraña hasta que ve en la costa una forma difusa.
Cnosos, ensangrentado y con una pierna menos, tiene los brazos metido en el agua mientras libera cantidades inmensas de calor. En su rostro se dibuja una sonrisa demente y siniestra. Él era quien había sido detectado por Dendarah. El superviviente de los invasores.
Xois maldice, no puede atacarle desde tan lejos, y el hielo se derrite demasiado rápido. No lo conoce, pero sabe que debe ser él quien está deshaciendo el hielo. Aunque pueda nadar creando brazos, se cansará demasiado lejos de la playa. Entonces, suena la detonación.
Cnosos cae de espaldas, con un agujero humeante en la frente. Menfis deja caer la pistola al mar mientras jadea.
Xois sonríe aliviada. Aunque tenga que nadar los últimos metros, podrán acercarse lo suficiente. Entonces lo siente. Los brazos que usa para correr se diluyen. El cansancio de toda la noche batallando le pasa factura. Apenas faltan unos 400 metros, pero ya no puede más.
Se asegura de fijar los brazos que mantienen a sus compañeros. Aunque pierda la conciencia, flotaran, y a lo mejor alguien se salva. No obstante, antes de tocar el agua, todo a su alrededor se vuelve oscuro. Cae de cara, y solo tiene una certeza: morirá.
                              



dijous, 11 de gener del 2018

Green hunters XIV: Olmo

Serpentines de luces nacen de la espalda de Sarmizegetusa como si se tratara de un dios del sol. Este nuevo avatar que ha invocado no tiene una forma clara. Hera es solo un conjunto de estrellas y luces formando espirales y formas curvas. Los haces de luz se desparraman sobre su invocador y, al segundo, las heridas se le curan, incluso se le regenera la oreja.
                Dendarah levanta la mano derecha y el cañón de una metralleta emerge de su palma. La lluvia de balas inunda el cuerpo de Sarmizegetusa, pero este no se inmuta. Hera le sigue curando aunque los proyectiles le atraviesen la cabeza o el corazón.
                “Mierda – piensa Dendarah -. Un avatar indestructible.”
                Mientras decide no seguir acribillando a su enemigo, Menfis llega a su lado con Tebas medio muerto del brazo. Entonces, ella abre los ojos. Como se había propuesto, ahora tiene su poder alerta.
-          ¡Crea una barrera! – dice - ¡Corre!
-          Poseidón – dice Sarmizegetusa. Mientras Hera es cambiada por el nuevo avatar, Dendarah crea un muro de metal candente.
Inmediatamente, un diluvio de agua a presión cae sobre la pared. Aunque hace un calor enorme, la barrera cumple su cometido.
Dendarah se acerca a Tebas, que está ahora en el suelo, recostado. Le da un beso en la frente sucia y sudada.
-          Esto te va a doler – dice mientras le acerca la mano a la herida.
Tebas grita mientras el ambiente se llena de humo y olor a carne quemada. Gracias al poder de Siracusa, ahora también podía cauterizar heridas. Tebas pierde el conocimiento.
-          Infórmame, por favor – dice Dendarah mientras acuna la cabeza de Tebas.
Menfis coge aire.
-          Como puedes ver, el sujeto es de tipo avatar – dice mientras habla -. Parece haber elegido el Panteón griego. Hemos derrotado a tres, y le faltan por mostrar otros tres: Apolo, Zeus y Atenea.
Dendarah asiente.
-          Uno de esos debe ser inofensivo, ya que debe ser el que absorbía toda el aura del Santuario.
-          Eso he pensado yo.
-          ¿Xois no podría hacer crecer un brazo en su interior o algo?
Menfis niega con la cabeza.
-          Aunque poderoso, su poder tiene limitaciones. Para que sus brazos crezcan en un ser orgánico, debe haberlo tocado antes. Y cuando los hace crecer cerca de un punto caliente de aura, se vuelven inestables y necesita más tiempo para crearlos. Ese tiempo sería crucial para una respuesta rápida de Sarmizegetusa.
Dendarah maldice en susurros.
-          Tenemos que acabar esto rápido. Obviamente, este señor es muy poderoso. Matarlo directamente no sirve de nada mientras siga existiendo Hera.
-          Exacto – corrobora Menfis -. Lo que podemos hacer es dejarlo sin avatares.
-          Y otra cosa Menfis. No sé qué me ha hecho Tebas, pero este poder añadido que tengo tiene un tiempo límite. Por otro lado, queda alguien vivo aún en el Santuario. Cuando he subido al barco lo he sentido acercándose a la costa.
Menfis asiente, sombría.
-          Debe llevar un manto de Hécate para escapar de mi poder – Menfis se queda pensativa unos segundo -. Debemos lanzarnos a actuar ya.
-          Totalmente de acuerdo.
Dicho esto, Dendarah se acerca al cadáver de Sagunt. Las páginas de su libro giran y cuando le toca la frente, el muerto se levanta de un salto. Aunque sin vida.
El zombi se va por la izquierda. Una lluvia de balas de agua lo destroza. Pero Dendarah ya ha salido por el otro lado con un lanzacohetes emergiendo de su mano. Sin embargo, cuando levanta la vista, el monstruo le he está apuntando con la boca abierta.
Las balas que deberían haberlo acribillado se estampan contra algo translúcido que ha surgido cerca de Dendarah. En ese segundo, Xois con Luxor sujeto a la espalda cae del techo con un brazo emergiendo del estómago. El golpe del puño, sumado al impacto de la caída hacen que la cabeza de Poseidón de desintegre en sesos putrefactos y trozos de alga.
-          ¡Hefestos! – grita Sarmizegetusa, lleno de rabia.
El gran escudo evita que un segundo golpe de Xois aplaste el cuerpo de Sarmizegetusa.
No obstante, Dendarah aprovecha la oportunidad para combinar dos poderes. Mientras se impulsa con el poder de Babilonia, una gran espada se forma de su mano derecha. Como lo esperaba, el impacto no crea ni una sola fisura en el escudo. Pero eso entraba dentro de los planos.
Otra espada, pero esta vez en la izquierda, forma un arco brillante que divide en dos el escudo, separando de una tajo, tanto la cabeza del avatar como la de Sarmizegetusa.
El tiempo que tarda Hera en manifestarse es usado por Xois para moverse utilizando brazos en el techo y aterrizar al lado de Menfis y Tebas, detrás de la muralla de metal.
Antes incluso de tener toda la cabeza unida al cuerpo, Sarmizegetusa habla con la voz cavernosa y desgarrada, como si fuera un muñeco roto:
-          Apolo.
Un pequeño torbellino nace de él hasta formar la estatua de un efebo hermoso y desnudo. Está decorado con tonos de colores hermosos, como los antiguos griegos lo harían. Sin embargo, la anodina faz de la estatua se deforma cuando abre la boca como si se dislocara la mandíbula.
Un grito feroz y desgarrado nace de la garganta de la estatua. Dendarah grita y se aleja zigzagueando por el dolor que le produce el fuerte sonido. Se desploma al lado de Menfis y Xois, que también están sufriendo por la tortura que supone ese impacto sónico.
Mientras los tres se encuentran revolviéndose en el suelo, el sonido desaparece. No obstante, sienten la cabeza embotada y confusa. Un profundo pitido les recorre el cerebro de punta a punta.
El tiempo que usan para recuperarse vale oro, oro que Sarmizegetusa no piensa desperdiciar.
-          Zeus.
La estatua de Apolo es substituida por una mucho más grande y bonita. Hecha de mármol y oro, una representación del Zeus de Olimpia, una de la siete maravillas del mundo Antiguo, aparece.
La gigantesca copia del hombre barbudo apunta hacia el pequeño alcornoque que había asistido imperturbable a la batalla desarrollada ante él. Una cantidad desbordante de aura fluye del arbolito hacia Zeus, y de la estatua a Sarmizegetusa, que siente como sus rebosantes niveles de energía aumentan.
Una bala se materializa ante la frente de la estatua y le vuela la frente. Sarmizegetusa ríe fuertemente.
-          Tarde – dice mientras sigue riendo -. Mis niveles de energía están al máximo.
Menfis, Xois y Dendarah jadean y empiezan a incorporarse.
-          Apenas me quedan balas – dice Menfis, que está especialmente exhausta después de ese último ataque.
Dendarah se apoya en la pared, que ya está fría.
-          Le quedan seis avatares, de los cuales, Atenea aún no ha sido mostrado, lo que me da que pensar que puede ser su as en la manga – gira la cabeza para observar a Tebas y Luxor, que tienen un pie en el Inframundo-. Por otro lado, estamos nosotros: Menfis, al borde del desmayo; Xois, con menos de la mitad de energía; y yo con unos niveles demasiado inestables como para poder analizarlos.
Xois aplaude sarcásticamente.
-          ¿Alguna idea?
Dendarah asiente.
-          Jefa, descanse – Menfis no asiente, pero tampoco lo contradice -. Xois, mantente al margen, necesitaremos tu poder para huir. Alguien está derritiendo el hielo y el barco va a empezar a hundirse. Fijaos, la inclinación aumenta.
Ambas asienten, también lo habían sentido.  Dendarah se levanta y sale de detrás de la muralla.
-          Yo soy la bomba – les dice -. Voy a intentar encargarme de los otros seis avatares yo solito.
Quieren replicar, pero no tienen fuerzas ni ningún plan mejor.
Sarmizegetusa se ríe de forma maliciosa.
-          Vaya, vaya ¿Un suicidio? – cruje los dedos -. Déjame que te ayude. Artemisa.
La estatua de la Artemisa de Éfeso pero con cinco pares de brazos se materializa.
-          Ella será la primera – dice mientras las cinco flechas de luz caen sobre él.
Dendarah no intenta destruirlas. Simplemente activa su poder de refuerzo físico. Con movimientos gráciles a la par de sensuales, los cinco flechazos pasan sin rozarle si quiera y chocan contra la pared del fondo.
-          ¿De chulito? – dice Sarmizegetusa con la cara roja de ira.
Dendarah simplemente niega con la cabeza mientras el libro se posa sobre sus manos y todas las páginas de abren.
-          Realismo – haces de luces multicolores emergen del papel del libro -. Bienvenido a la Arcadia.

La luz se vuelve cegadora.

dilluns, 8 de gener del 2018

Green hunters XIII: Aliso

-          !Ares! – grita desde su silla.
El avatar ataviado con una túnica ceremonial y con cuatro cuchillas emergiendo de cada manga se vuelve a materializar.  Menfis y Tebas corren detrás de unos árboles de metal mientras que Edfu dibuja vectores en el suelo por si acaso.
-          ¿Quién eres? – pregunta Menfis -. Yo creía que la jefa aquí era Siracusa.
“No esperaba a alguien tan poderoso de nuevo”
El hombre ríe.
-          ¿Yo? Yo me llamo Sarmizegetusa.
Menfis palidece mientras los ojos se le abren como platos. Tebas la mira, preocupado.
-          ¿Quién es?
Sin embargo, a Menfis no le da tiempo a contestar. Sarmizegetusa ha invocado a otro avatar. Llamado Deméter, tiene una forma femenina envuelta en espigas de cebada y trigo y telas de tonos parduscos. El toque de color lo da su cabello, que es como un gran jardín de flores multicolores. El avatar abre sus manos, que tienen dos agujeros cada una. Dos grandes llamaradas de fuego emergen de ellas.
-          No podremos aguantar aquí – dice Tebas, sudando a mares -. La corteza del árbol no aguantará mucho.
Menfis levanta la mano dándole a entender que espere. Con su visión puede ver a la perfección como Edfu no tiene ningún problema para desviar las llamas. En el segundo en el que Sarmizegetusa se gira para clavar la vista en ella, Menfis coge el brazo de Tebas y sale.
Sentenciados. Deméter abre una incandescente boca recortada como si fuera una calabaza de Halloween. Una gran bola de fuego emerge de ella. Ambos se quedan paralizados, los segundos que la bola tarda a llegar son decisivos, pero la sorpresa hace que no puedan reaccionar. El último pensamiento de Menfis es una maldición a sí misma, por no haber echado una mirada al futuro.
Sin embargo, la bola de fuego impacta contra una gran mano translúcida que emerge cerca de ellos.
Xois y Luxor entran por el agujero que ha hecho Edfu con su súper-vector. Y reaccionan rápido. Una gran mano emerge y coge a Luxor y lo lanza volando hacia Sarmizegetusa. Este, simplemente sonríe:
-          Afrodita
La figura del avatar cambia totalmente. Sigue teniendo forma femenina, pero ahora solamente es un gran trozo de tela con harapos y una cabeza cubierta por una maraña de pelo lacio y sucio. El nuevo avatar tiene unos ojos enormes y verticales, con forma ovalada. El color es un blanco vacío, eterno…
La cara de Afrodita se posa en la de Luxor y durante unos segundos, el tiempo se para. La expresión del rostro de Luxor pasa de la incomprensión a la ingenuidad. Simplemente se deja caer al suelo. Y sale corriendo, pero hacia Edfu.
-          ¿Luxor...? – pregunta está asustada.
Sin embargo, este no responde. Lo único que hace es invocar sus pistones y lanzarse sobre ella. Que lo esquiva por los pelos.
-          ¿Qué haces? – grita Xois, que detiene su carrera para ir a apoyar a Menfis y Tebas, para intentar decidir quién necesita más su ayuda.
-          ¡Tebas, Xois! ¡Tapaos los ojos maldita sea! – los dos obedecen al momento.
Menfis no lo hace. No lo necesita.
-          Ahora todo tiene sentido – dice Menfis -. No le encontraba el motivo por el cual, gente con tanto talento te ayudaba a ti a absorber aura. No eran ellos mismos.
Sarmizegetusa ríe a carcajadas.
-          Exacto, solo pude convencer a 3 o 4 de ellos para que hicieran esto por dinero. Los demás, idiotas todos, me los consiguió mi querida Afrodita – la avatar sigue mirando a un lado y a otro, buscando alguien para esclavizar.
Menfis se queda pensativa y su rostro se vuelve solemne.
-          Veo que lo has comprendido – dice el viejo mientras sigue riendo -. La mayoría no eran conscientes de sus actos. ¡Habéis matado inocentes!
Menfis palidece de nuevo.
-          Si te sirve de consuelo, en el último momento, tu “amiguita” Siracusa se liberó del poder de Afrodita y se dejó matar. Ni en sueños hubieras podido ganarla si ella no te hubiera amado lo suficiente. Un lástima, un gran poder perdido.
Un suspiro profundo emerge de la garganta de Menfis. Tebas maldice. No puede ver nada y eso le frustra, pero más le frustraría perder la estabilidad psicológica de Menfis. Sin ella están perdidos.
-          Ya me he cansado: Ares, acaba.
Aunque Afrodita es substituida, su poder no se desvanece.
Cuatro cosas diferentes pasan en el filo de cada uno de las cuchillas de Ares.
Xois, aunque ciega, consigue percibir el ataque y dos manazas gigantes bloquean la cuchilla en el aire.
Menfis, por su lado, reacciona a tiempo pese a estar al borde del colapso y proyecta su pupila con una inmensa cantidad de aura. La cuchilla que iba hacia ella explota en una lluvia de metal. Estas son las que acaban bien.
Tebas salta a un lado, pero no lo suficientemente rápido. Su brazo derecho sale despegado de su cuerpo, casi a la altura del hombro. El chico cae al suelo aullando de dolor.
-          Te quiero – susurra Edfu mientras dibuja un vector con el pie que saca a Luxor fuera del rango.
Al mismo tiempo que la cuchilla cruza el pecho de Luxor, que no se había apartado lo suficientemente lejos, cercena por la mitad a Edfu. Sin embargo, esta no se va sin luchar. Una vector sale de su brazo izquierdo. El vector, recorre la cadena del avatar y llega hasta él, reventándole la cabeza.
-          ¡EDFUUUU! – grita Xois mientras se dirige corriendo hacia ella.
Llega a su lado, pero ya no hay nada que hacer. Todo es un charco enorme de sangre. Con miedo, observa la cara de Edfu. Está sonriendo. Una lágrima cae del ojo de Xois. Dicen, que las personas que mueren sonriendo se van felices, sin remordimiento.
Decide ir con Luxor, que aunque malherido e inconsciente, sigue con vida. Crea un pequeño brazo que recubre la herida al completo, deteniendo el sangrado. “Fijado” piensa, pera que el brazo no desaparezca. Al menos durante unas horas.
Por su lado, Menfis se ha lanzado para detener el sangrado de Tebas, que se retuerce en el suelo. Gime y suda a mares. Una carcajada hace que se enfurezca.
-          Un avatar por más de la mitad de vuestras fuerzas – dice Sarmizegetusa pensativo -. Me vale. De todas formas, el avatar se puede volver a crear. Hermes.
Un hombre ataviado con un traje de cazador clásico nace esta vez. De su cuello nace la cabeza de un halcón hermoso. El avatar agita la mano y una gran red sale de ella y cae sobre Menfis y Tebas. Una ligera corriente eléctrica hace que se paralicen y no se puedan volver a formar.
-          Idiota – grita Xois.
Una gran manaza emerge del suelo y estruja al avatar hasta matarlo. Sería más fácil acabar directamente con el hombre que los dirige, pero no sabe cuántos avatares tiene, y lo peor, qué hacen.
-          Ahora que sabemos que tus soldados se pueden romper, no nos detendremos. No deberías enseñar tus tesoros si no puedes garantizar su seguridad.
Sarmizegetusa sonríe con furia:
-          Dionisio.
Un hombre orondo y envuelto en vendas sale al juego. El hombre es amorfo, lleno de bultos. Le faltan las piernas y el brazo izquierdo, pero el derecho acaba en una cornucopia gigante. El avatar apunta la boca de la cornucopia hacia ellos y una marea de vino agrio sale a propulsión.
Xois reacciona con rapidez y una gran mano emerge del suelo y los eleva, a Luxor y a ella, hasta casi tocar el techo. El líquido podrido lo inunda todo, pero gracias a dios, se filtra por el agujero y no hace que colapse la sala o llegue a Tebas o Menfis.
No obstante, lo peor no ha pasado. Cuando Xois levanta la cabeza, se encuentra con los vacíos ojos de Afrodita mirándola fijamente. Xois entra en trance.
-          Pagarás lo que has hecho matando a los amigos que te quedan. “Idiota”.
Un racimo de brazos gigantescos comienzan a nacer del suelo alrededor de Tebas y Menfis. Menfis sabe que no puede hacer nada contra el poder de Xois, así que decide proteger a Tebas todo lo que pueda.
No obstantes, un rayo de luz atraviesa la cabeza de Afrodita de parte a parte. El avatar se diluye, como si fuera humo. Xois despierta, aturdida, y los brazos simplemente desaparecen. El siguiente rayo atraviesa el respaldo de la silla de Sarmizegetusa, justo donde estaba su cabeza. Pero no lo ha matado, simplemente le ha calcinado la oreja.
-          ¿Cástulo? – pregunta, dubitativo.
Sin embargo, es un hombre el que entra por la puerta. Dendarah, con el rostro convertido en una máscara de furia, y con un hilillo de humo emergiendo de las comisuras de su boca.

-          Juguemos. 

dimecres, 3 de gener del 2018

La fera menja opressió

                No pretenc fer una llarga dissertació sobre l'opressió. I podria fer-la: parlar del patriarcat, el racisme, la castellanització imposada... Podria parlar de massa coses, però hui no és el dia, hui no em veig amb forces. No, hui sols faré una sola reflexió sobre el que és ser una persona que vol follar o estimar a qui desitge. Del que és ser una persona que no segueix els ritmes del sexe i el gènere que marquen la societat.
No vull parlar-vos com al narrador d'Alana o de Green hunters, és a dir, com a la persona que escriu les paraules d'aquestes entrades. Simplement vull parlar-vos com a Miguel Martí. Vull parlar-vos com a la persona bisexual que sóc. Com a la persona que vull estimar.
I no vinc a queixar-me sobre les meues vivències. He tingut sort amb la meua família i la seua tolerància. He tingut sort amb els amics que he triat i tant estime. He tingut sort amb l'entorn segur i variat que s'ha creat a la meua classe. Tal vegada, la crítica que més em corroeix per dins és una: haver viscut en un món on la bisexualitat està tan invisibilitzada que fins fa ben poc no em vaig plantejar que no havia de ser homosexual o heterosexual, després d'anys a la deriva en el mar de la meua sexualitat.
Simplement vull parlar del que veig. De les persones que s´atreveixen a qüestionar la sexualitat d´una altra persona (¨amics¨ i familiars inclosos). De la gent que creu que em menysprea en ridiculitzar-me pel que estime i sóc. Dels que van de LGTBfriendly davant dels teus nassos però després descobreixes que et tenen fàstic, quan en realitat són ells els que haurien de reflexionar sobre la seua manca de moral i sentiments.
Vull reflexionar sobre les persones que han sigut maltractades físicament i psicològicament des que sols eren xicotets per no seguir la cadència del que sé suposa que és ser un home o una dona. Ànimes, que han arribat a odiar tant el que són per culpa d'altres, que l´opressió ja naix d'ells. Dels éssers que han sigut espentats a eixa espiral d´autoodi i dolor que no porta res bo.
Parlar, perquè no, dels estats, les societats, les televisions, les cultures... que creen noves generacions d´assassins de ments. Passar la seua intolerància, com si fos un testimoni, als més nens. Sent el paràgraf anterior conseqüència d´açò.
No se molt bé perquè escric açò, ni tampoc si ho he fet bé però no vull tancar encara.
A totes les persones que visqueu amb por de ser qui sous, que vos coneguen de veritat, sols vos dic que ho comprenc, que no em pareix la millor forma de viure la vida, però em pareix normal. No obstant això, en la foscor de l´opressió morireu sense lluitar. Pot ser, també morireu si trenqueu els barrots, però morireu lliures. I, pot ser, quan tots ens alcem, trobem el camí correcte per al futur.
A tots els que vos han inculcat que no ser socialment i sexualment normatius està mal fins al punt que no vos podeu acceptar a vosaltres mateixa i sols feu que negar-vos, desitge que guanyeu. Que aconseguiu la victòria contra vosaltres mateixa. Que l'autoestima siga la que onege finalment com el vostre estendard.
Ara sí. Encara no sé si m´he expressat correctament, però crec que dec acabar. Aquestes últimes línies van per tots els que heu sigut torturats, apartat o morts per no seguir la senda que ens volen imposar. A tots, els que no podeu lluitar i als que ja no ho podeu fer: sou la llum de colors que en guia.

La fera s´alimenta d’opressió, però de nosaltres s´entravessarà...

dimarts, 2 de gener del 2018

Green hunters XII: Limonero

                Cástulo corre hasta llegar al lado de Tesalónica y Ctesifonte. Tiene el pelo larguísimo, enmarañado y salvaje, de un color negro y moteado de tonalidades amarillas.
-          ¿Qué ha pasado? – les pregunta deteniéndose a su lado -. La puerta estaba a punto de caer cuando todo el mar se ha congelado. El hielo cubre también las hojas de esta, no podré romperla en poco tiempo.
Al apoyar las manos en la barandilla, un frío glacial la recorre desde las palmas de la mano.
-          Ni idea – dice Ctesifonte, con su voz potente y fuerte -. El hielo acaba de aparecer.
Intentan otear la costa, pero el hielo ha levantado una neblina que dificulta ver cualquier cosa. Entonces, los tres lo sienten a la vez. Una gran cantidad de aura se mueve hacia ellos, a toda velocidad.
-          ¿Ba…Babilonia? – pregunta Tesalónica, temblando de frío.
Cástulo niega con la cabeza.
-          Según el informe de Jericó, está muerta – dice -. La única posibilidad es el coleccionista de poderes.
-          Ese informe también decía que estaba muerto. La propia Jericó lo mató.
Cástulo va a replicar, pero no hay tiempo, sea quien sea ya está allí. Decide pasar al ataque antes de que sea demasiado tarde. La luz se concentra en su garganta y el láser sale a toda velocidad. La persona que va hacia ellos lo esquiva sin problemas. Pero eso entraba dentro de los planes. Ctesifonte ya ha saltado y el aura lo ha modificada hasta convertirlo en un enorme minotauro que impacta su puño contra el sujeto, que se precipita contra el hielo, quebrándolo.
-          Aún no está muerto – dice Cástulo mientras salta por la barandilla -. Tesalónica, protege el barco.
Utilizando un láser para frenar el impacto, Cástulo llega a tierra y se acerca a Ctesifonte.
-          Transformismo mitológico y rayo láser bucal, ¿no? – dice el chico saliendo del agujero de hielo donde había impactado -. El primero mola mucho, pero supongo que tendrá limitación temporal. El segundo tiene un gran ataque, pero le falta una mayor cadencia.
Dendarah se presenta delante de ellos. Se sacude los diamantes que había creado para protegerse del impacto. Va vestido con unos pantalones cortos, una camisa abierta y nada más. Hay dos cosas muy llamativas en él: la primera, que tiene varias cicatrices rodeadas por una especie de tatuajes de flores y hojas que se mueven psicodélicamente, sobretodo destacan dos: uno en la frente y otro en el torso; la segunda cosa que destaca es que el libro ya no está en su mano, ahora flota a su alrededor.
Cástulo gruñe: ya es la segunda vez que los humillan esa misma noche. Otro fogonazo sale disparado de su boca. Dendarah abre la palma y un prisma gigante aparece en ella. Cuando el láser impacta en el prisma, simplemente se deshace en rayos de luz inofensivos. Cástulo abre los ojos como platos. Dendarah se encoge de hombros.
-          ¿Qué? Al fin y al cabo es solo luz.
Las hojas del libro se mueven rápidamente y Dendarah expulsa un gran iceberg hacia el fénix que se le acercaba por el flanco mientras Cástulo lo distraía. El pájaro en llamas lo esquivo por los pelos y cae hacia el suelo, transformándose de nuevo en Ctesifonte.
-          Me aburrís todo el rato con la misma técnica de distracción.
Ctesifonte vuelve a mutar, esta vez en una gigantesca hidra que abre las bocas de sus sietes cabezas, amenazantes. Las páginas del libro se abren en dos poderes diferentes. La mano derecha de Dendarah crece al mismo tiempo que se metamorfosea en una espada, creando una espada gigantesca. De una sola tajada, corta las siete cabezas.
No obstantes, dos crecen de cada herida. Ahora son catorce.
-          Guau – dice Dendarah -. Así que tienes todos los poderes de las bestias. Eso mola mucho. Quiero tu poder. Lo que significa que vas a morir.
Dendarah se impulsa hacia el cielo con el poder de Babilonia. Vuelve a utilizar la espada gigante y corta todas las cabezas, excepto una, que escapa del enorme filo. Sin embargo, esta vez, Dendarah actúa rápidamente. Las páginas del libro vuelven a cambiar y un río de metal candente cubre las heridas de los cuellos de la hidra.
La única cabeza que le queda grita enloquecida. La bestia negra y azul se encoge hasta volver a conseguir la forma de Ctesifonte. El hombre, lleno se quemaduras, se pone en pie, con el rostro descompuesto.
-          Aaaah – grita, o por el dolor o por la rabia -. ¡Cástulo!
La chica, que hasta ese momento se había quedado anonadada, dispara un gran láser. Dendarah simplemente pone la mano y el rostro de Elefantina aparece en sus recuerdos. El rayo se desvía al chocar contra la palma rebosante de aura de Dendarah.
La enorme Medusa se derrumba y vuelve a recuperar la forma de Ctesifonte. Un gran agujero humeante le atraviesa la cabeza por la cara, desfigurándolo totalmente.
-          Demasiado imprudentes – dice Dendarah -. Demasiado repetitivos.
Coge sangre del cuerpo y le hace una foto a lo que le queda de la cara y las pone en su libro. En ese momento, Cástulo reacciona y empieza a disparar láseres sin tener en cuenta la cadencia, lo que la lleva al sobrecalentamiento. No obstante, cree que puede aguantarlo durante unos segundos
Pero Dendarah desaparece, ya no está ante ella. El maldito poder que le ha robado a Babilonia lo hace demasiado rápido, piensa. Cástulo sigue atacando hasta que siente un fuerte escozor en su cuello. La mano derecha de Dendarah se ha convertido en una medusa de la especie Carabela portuguesa y está esparciendo el veneno por el cuerpo de Cástulo. Pone también la mano izquierda, que se convierte en una medusa avispa de mar.
Cástulo entra rápidamente en un choque nervioso. Se agita y contrae en el suelo mientras Dendarah le extrae sangre y le hace una foto a la cara, por donde sale un mar de saliva.
-          Por Elefantina y Cusae – dice mientras el cuerpo de la chica deja de agitarse, quedando su cuerpo en un rictus de dolor eterno, que es cubierto rápidamente por la neblina que parece emanar del hielo.
Dendarah levanta la mano y un chorro de metal candente sale disparado de ella y cae sobre la cubierta del barco. Se oye un grito penetrante. Dejando escapar un chorro de aire por los pies, Dendarah vuela hasta caer sobre la cubierta del navío.
Tesalónica sigue viva e ilesa. Su poder, crear barreras, la ha protegido de la lluvia mortal.
-          Interesante – dice Dendarah tocando un trozo de la barrera que no está cubierta por metal -. No es que sea una barrera, es más un filtro, el mejor filtro del mundo. Filtra el aire, los cambios de temperatura, los impactos, la luz y el sonido excesivos... La defensa perfecta. Eres inmune a los seis tipos de aura. Te felicito.
Tesalónica tiembla, tiene un miedo horrible. Nunca le ha gustado luchar. Entonces, ¿Por qué está ahí? Entra en shock. Hay algo que no le cuadra. Sin embargo, su monólogo interior se ve interrumpido por Dendarah.
-          Me gustaría eliminarte, no quiero dejar enemigos en la retaguardia – dice acercándose a ella y colocando su mano sobre la barrera -. Pero no puedo perder tiempo en matarte. Así que, desaparece y alégrate de tu suerte.
El poder de repulsión de Elefantina desborda a Dendarah que envía la esfera de Tesalónica volando hacia la costa, con ella dentro. La chica no grita, no puede. Sigue en shock. ¿Qué hacía ella allí? ¿Qué hacían todos allí?

-          No tiene sentido… - susurra mientras se aleja del barco a toda velocidad.