dilluns, 8 de gener del 2018

Green hunters XIII: Aliso

-          !Ares! – grita desde su silla.
El avatar ataviado con una túnica ceremonial y con cuatro cuchillas emergiendo de cada manga se vuelve a materializar.  Menfis y Tebas corren detrás de unos árboles de metal mientras que Edfu dibuja vectores en el suelo por si acaso.
-          ¿Quién eres? – pregunta Menfis -. Yo creía que la jefa aquí era Siracusa.
“No esperaba a alguien tan poderoso de nuevo”
El hombre ríe.
-          ¿Yo? Yo me llamo Sarmizegetusa.
Menfis palidece mientras los ojos se le abren como platos. Tebas la mira, preocupado.
-          ¿Quién es?
Sin embargo, a Menfis no le da tiempo a contestar. Sarmizegetusa ha invocado a otro avatar. Llamado Deméter, tiene una forma femenina envuelta en espigas de cebada y trigo y telas de tonos parduscos. El toque de color lo da su cabello, que es como un gran jardín de flores multicolores. El avatar abre sus manos, que tienen dos agujeros cada una. Dos grandes llamaradas de fuego emergen de ellas.
-          No podremos aguantar aquí – dice Tebas, sudando a mares -. La corteza del árbol no aguantará mucho.
Menfis levanta la mano dándole a entender que espere. Con su visión puede ver a la perfección como Edfu no tiene ningún problema para desviar las llamas. En el segundo en el que Sarmizegetusa se gira para clavar la vista en ella, Menfis coge el brazo de Tebas y sale.
Sentenciados. Deméter abre una incandescente boca recortada como si fuera una calabaza de Halloween. Una gran bola de fuego emerge de ella. Ambos se quedan paralizados, los segundos que la bola tarda a llegar son decisivos, pero la sorpresa hace que no puedan reaccionar. El último pensamiento de Menfis es una maldición a sí misma, por no haber echado una mirada al futuro.
Sin embargo, la bola de fuego impacta contra una gran mano translúcida que emerge cerca de ellos.
Xois y Luxor entran por el agujero que ha hecho Edfu con su súper-vector. Y reaccionan rápido. Una gran mano emerge y coge a Luxor y lo lanza volando hacia Sarmizegetusa. Este, simplemente sonríe:
-          Afrodita
La figura del avatar cambia totalmente. Sigue teniendo forma femenina, pero ahora solamente es un gran trozo de tela con harapos y una cabeza cubierta por una maraña de pelo lacio y sucio. El nuevo avatar tiene unos ojos enormes y verticales, con forma ovalada. El color es un blanco vacío, eterno…
La cara de Afrodita se posa en la de Luxor y durante unos segundos, el tiempo se para. La expresión del rostro de Luxor pasa de la incomprensión a la ingenuidad. Simplemente se deja caer al suelo. Y sale corriendo, pero hacia Edfu.
-          ¿Luxor...? – pregunta está asustada.
Sin embargo, este no responde. Lo único que hace es invocar sus pistones y lanzarse sobre ella. Que lo esquiva por los pelos.
-          ¿Qué haces? – grita Xois, que detiene su carrera para ir a apoyar a Menfis y Tebas, para intentar decidir quién necesita más su ayuda.
-          ¡Tebas, Xois! ¡Tapaos los ojos maldita sea! – los dos obedecen al momento.
Menfis no lo hace. No lo necesita.
-          Ahora todo tiene sentido – dice Menfis -. No le encontraba el motivo por el cual, gente con tanto talento te ayudaba a ti a absorber aura. No eran ellos mismos.
Sarmizegetusa ríe a carcajadas.
-          Exacto, solo pude convencer a 3 o 4 de ellos para que hicieran esto por dinero. Los demás, idiotas todos, me los consiguió mi querida Afrodita – la avatar sigue mirando a un lado y a otro, buscando alguien para esclavizar.
Menfis se queda pensativa y su rostro se vuelve solemne.
-          Veo que lo has comprendido – dice el viejo mientras sigue riendo -. La mayoría no eran conscientes de sus actos. ¡Habéis matado inocentes!
Menfis palidece de nuevo.
-          Si te sirve de consuelo, en el último momento, tu “amiguita” Siracusa se liberó del poder de Afrodita y se dejó matar. Ni en sueños hubieras podido ganarla si ella no te hubiera amado lo suficiente. Un lástima, un gran poder perdido.
Un suspiro profundo emerge de la garganta de Menfis. Tebas maldice. No puede ver nada y eso le frustra, pero más le frustraría perder la estabilidad psicológica de Menfis. Sin ella están perdidos.
-          Ya me he cansado: Ares, acaba.
Aunque Afrodita es substituida, su poder no se desvanece.
Cuatro cosas diferentes pasan en el filo de cada uno de las cuchillas de Ares.
Xois, aunque ciega, consigue percibir el ataque y dos manazas gigantes bloquean la cuchilla en el aire.
Menfis, por su lado, reacciona a tiempo pese a estar al borde del colapso y proyecta su pupila con una inmensa cantidad de aura. La cuchilla que iba hacia ella explota en una lluvia de metal. Estas son las que acaban bien.
Tebas salta a un lado, pero no lo suficientemente rápido. Su brazo derecho sale despegado de su cuerpo, casi a la altura del hombro. El chico cae al suelo aullando de dolor.
-          Te quiero – susurra Edfu mientras dibuja un vector con el pie que saca a Luxor fuera del rango.
Al mismo tiempo que la cuchilla cruza el pecho de Luxor, que no se había apartado lo suficientemente lejos, cercena por la mitad a Edfu. Sin embargo, esta no se va sin luchar. Una vector sale de su brazo izquierdo. El vector, recorre la cadena del avatar y llega hasta él, reventándole la cabeza.
-          ¡EDFUUUU! – grita Xois mientras se dirige corriendo hacia ella.
Llega a su lado, pero ya no hay nada que hacer. Todo es un charco enorme de sangre. Con miedo, observa la cara de Edfu. Está sonriendo. Una lágrima cae del ojo de Xois. Dicen, que las personas que mueren sonriendo se van felices, sin remordimiento.
Decide ir con Luxor, que aunque malherido e inconsciente, sigue con vida. Crea un pequeño brazo que recubre la herida al completo, deteniendo el sangrado. “Fijado” piensa, pera que el brazo no desaparezca. Al menos durante unas horas.
Por su lado, Menfis se ha lanzado para detener el sangrado de Tebas, que se retuerce en el suelo. Gime y suda a mares. Una carcajada hace que se enfurezca.
-          Un avatar por más de la mitad de vuestras fuerzas – dice Sarmizegetusa pensativo -. Me vale. De todas formas, el avatar se puede volver a crear. Hermes.
Un hombre ataviado con un traje de cazador clásico nace esta vez. De su cuello nace la cabeza de un halcón hermoso. El avatar agita la mano y una gran red sale de ella y cae sobre Menfis y Tebas. Una ligera corriente eléctrica hace que se paralicen y no se puedan volver a formar.
-          Idiota – grita Xois.
Una gran manaza emerge del suelo y estruja al avatar hasta matarlo. Sería más fácil acabar directamente con el hombre que los dirige, pero no sabe cuántos avatares tiene, y lo peor, qué hacen.
-          Ahora que sabemos que tus soldados se pueden romper, no nos detendremos. No deberías enseñar tus tesoros si no puedes garantizar su seguridad.
Sarmizegetusa sonríe con furia:
-          Dionisio.
Un hombre orondo y envuelto en vendas sale al juego. El hombre es amorfo, lleno de bultos. Le faltan las piernas y el brazo izquierdo, pero el derecho acaba en una cornucopia gigante. El avatar apunta la boca de la cornucopia hacia ellos y una marea de vino agrio sale a propulsión.
Xois reacciona con rapidez y una gran mano emerge del suelo y los eleva, a Luxor y a ella, hasta casi tocar el techo. El líquido podrido lo inunda todo, pero gracias a dios, se filtra por el agujero y no hace que colapse la sala o llegue a Tebas o Menfis.
No obstante, lo peor no ha pasado. Cuando Xois levanta la cabeza, se encuentra con los vacíos ojos de Afrodita mirándola fijamente. Xois entra en trance.
-          Pagarás lo que has hecho matando a los amigos que te quedan. “Idiota”.
Un racimo de brazos gigantescos comienzan a nacer del suelo alrededor de Tebas y Menfis. Menfis sabe que no puede hacer nada contra el poder de Xois, así que decide proteger a Tebas todo lo que pueda.
No obstantes, un rayo de luz atraviesa la cabeza de Afrodita de parte a parte. El avatar se diluye, como si fuera humo. Xois despierta, aturdida, y los brazos simplemente desaparecen. El siguiente rayo atraviesa el respaldo de la silla de Sarmizegetusa, justo donde estaba su cabeza. Pero no lo ha matado, simplemente le ha calcinado la oreja.
-          ¿Cástulo? – pregunta, dubitativo.
Sin embargo, es un hombre el que entra por la puerta. Dendarah, con el rostro convertido en una máscara de furia, y con un hilillo de humo emergiendo de las comisuras de su boca.

-          Juguemos. 

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