-
!Ares! – grita desde su silla.
El avatar ataviado con una túnica ceremonial
y con cuatro cuchillas emergiendo de cada manga se vuelve a materializar. Menfis y Tebas corren detrás de unos árboles
de metal mientras que Edfu dibuja vectores en el suelo por si acaso.
-
¿Quién eres? – pregunta Menfis -. Yo creía que
la jefa aquí era Siracusa.
“No esperaba a alguien tan
poderoso de nuevo”
El hombre ríe.
-
¿Yo? Yo me llamo Sarmizegetusa.
Menfis palidece mientras los ojos
se le abren como platos. Tebas la mira, preocupado.
-
¿Quién es?
Sin embargo, a Menfis no le da
tiempo a contestar. Sarmizegetusa ha invocado a otro avatar. Llamado Deméter,
tiene una forma femenina envuelta en espigas de cebada y trigo y telas de tonos
parduscos. El toque de color lo da su cabello, que es como un gran jardín de
flores multicolores. El avatar abre sus manos, que tienen dos agujeros cada
una. Dos grandes llamaradas de fuego emergen de ellas.
-
No podremos aguantar aquí – dice Tebas, sudando
a mares -. La corteza del árbol no aguantará mucho.
Menfis levanta la mano dándole a
entender que espere. Con su visión puede ver a la perfección como Edfu no tiene
ningún problema para desviar las llamas. En el segundo en el que Sarmizegetusa
se gira para clavar la vista en ella, Menfis coge el brazo de Tebas y sale.
Sentenciados. Deméter abre una
incandescente boca recortada como si fuera una calabaza de Halloween. Una gran
bola de fuego emerge de ella. Ambos se quedan paralizados, los segundos que la
bola tarda a llegar son decisivos, pero la sorpresa hace que no puedan
reaccionar. El último pensamiento de Menfis es una maldición a sí misma, por no
haber echado una mirada al futuro.
Sin embargo, la bola de fuego
impacta contra una gran mano translúcida que emerge cerca de ellos.
Xois y Luxor entran por el
agujero que ha hecho Edfu con su súper-vector. Y reaccionan rápido. Una gran
mano emerge y coge a Luxor y lo lanza volando hacia Sarmizegetusa. Este,
simplemente sonríe:
-
Afrodita
La figura del avatar cambia totalmente.
Sigue teniendo forma femenina, pero ahora solamente es un gran trozo de tela
con harapos y una cabeza cubierta por una maraña de pelo lacio y sucio. El
nuevo avatar tiene unos ojos enormes y verticales, con forma ovalada. El color
es un blanco vacío, eterno…
La cara de Afrodita se posa en la
de Luxor y durante unos segundos, el tiempo se para. La expresión del rostro de
Luxor pasa de la incomprensión a la ingenuidad. Simplemente se deja caer al
suelo. Y sale corriendo, pero hacia Edfu.
-
¿Luxor...? – pregunta está asustada.
Sin embargo, este no responde. Lo
único que hace es invocar sus pistones y lanzarse sobre ella. Que lo esquiva
por los pelos.
-
¿Qué haces? – grita Xois, que detiene su carrera
para ir a apoyar a Menfis y Tebas, para intentar decidir quién necesita más su
ayuda.
-
¡Tebas, Xois! ¡Tapaos los ojos maldita sea! –
los dos obedecen al momento.
Menfis no lo hace. No lo
necesita.
-
Ahora todo tiene sentido – dice Menfis -. No le
encontraba el motivo por el cual, gente con tanto talento te ayudaba a ti a absorber
aura. No eran ellos mismos.
Sarmizegetusa ríe a carcajadas.
-
Exacto, solo pude convencer a 3 o 4 de ellos
para que hicieran esto por dinero. Los demás, idiotas todos, me los consiguió
mi querida Afrodita – la avatar sigue mirando a un lado y a otro, buscando
alguien para esclavizar.
Menfis se queda pensativa y su
rostro se vuelve solemne.
-
Veo que lo has comprendido – dice el viejo
mientras sigue riendo -. La mayoría no eran conscientes de sus actos. ¡Habéis
matado inocentes!
Menfis palidece de nuevo.
-
Si te sirve de consuelo, en el último momento,
tu “amiguita” Siracusa se liberó del poder de Afrodita y se dejó matar. Ni en
sueños hubieras podido ganarla si ella no te hubiera amado lo suficiente. Un
lástima, un gran poder perdido.
Un suspiro profundo emerge de la
garganta de Menfis. Tebas maldice. No puede ver nada y eso le frustra, pero más
le frustraría perder la estabilidad psicológica de Menfis. Sin ella están
perdidos.
-
Ya me he cansado: Ares, acaba.
Aunque Afrodita es substituida,
su poder no se desvanece.
Cuatro cosas diferentes pasan en
el filo de cada uno de las cuchillas de Ares.
Xois, aunque ciega, consigue
percibir el ataque y dos manazas gigantes bloquean la cuchilla en el aire.
Menfis, por su lado, reacciona a
tiempo pese a estar al borde del colapso y proyecta su pupila con una inmensa
cantidad de aura. La cuchilla que iba
hacia ella explota en una lluvia de metal. Estas son las que acaban bien.
Tebas salta a un lado, pero no lo
suficientemente rápido. Su brazo derecho sale despegado de su cuerpo, casi a la
altura del hombro. El chico cae al suelo aullando de dolor.
-
Te quiero – susurra Edfu mientras dibuja un
vector con el pie que saca a Luxor fuera del rango.
Al mismo tiempo que la cuchilla
cruza el pecho de Luxor, que no se había apartado lo suficientemente lejos,
cercena por la mitad a Edfu. Sin embargo, esta no se va sin luchar. Una vector
sale de su brazo izquierdo. El vector, recorre la cadena del avatar y llega
hasta él, reventándole la cabeza.
-
¡EDFUUUU! – grita Xois mientras se dirige
corriendo hacia ella.
Llega a su lado, pero ya no hay
nada que hacer. Todo es un charco enorme de sangre. Con miedo, observa la cara
de Edfu. Está sonriendo. Una lágrima cae del ojo de Xois. Dicen, que las
personas que mueren sonriendo se van felices, sin remordimiento.
Decide ir con Luxor, que aunque
malherido e inconsciente, sigue con vida. Crea un pequeño brazo que recubre la
herida al completo, deteniendo el sangrado. “Fijado” piensa, pera que el brazo
no desaparezca. Al menos durante unas horas.
Por su lado, Menfis se ha lanzado
para detener el sangrado de Tebas, que se retuerce en el suelo. Gime y suda a
mares. Una carcajada hace que se enfurezca.
-
Un avatar por más de la mitad de vuestras fuerzas
– dice Sarmizegetusa pensativo -. Me vale. De todas formas, el avatar se puede
volver a crear. Hermes.
Un hombre ataviado con un traje
de cazador clásico nace esta vez. De su cuello nace la cabeza de un halcón
hermoso. El avatar agita la mano y una gran red sale de ella y cae sobre Menfis
y Tebas. Una ligera corriente eléctrica hace que se paralicen y no se puedan
volver a formar.
-
Idiota – grita Xois.
Una gran manaza emerge del suelo
y estruja al avatar hasta matarlo. Sería más fácil acabar directamente con el
hombre que los dirige, pero no sabe cuántos avatares tiene, y lo peor, qué
hacen.
-
Ahora que sabemos que tus soldados se pueden
romper, no nos detendremos. No deberías enseñar tus tesoros si no puedes
garantizar su seguridad.
Sarmizegetusa sonríe con furia:
-
Dionisio.
Un hombre orondo y envuelto en
vendas sale al juego. El hombre es amorfo, lleno de bultos. Le faltan las
piernas y el brazo izquierdo, pero el derecho acaba en una cornucopia gigante. El
avatar apunta la boca de la cornucopia hacia ellos y una marea de vino agrio
sale a propulsión.
Xois reacciona con rapidez y una
gran mano emerge del suelo y los eleva, a Luxor y a ella, hasta casi tocar el
techo. El líquido podrido lo inunda todo, pero gracias a dios, se filtra por el
agujero y no hace que colapse la sala o llegue a Tebas o Menfis.
No obstante, lo peor no ha
pasado. Cuando Xois levanta la cabeza, se encuentra con los vacíos ojos de
Afrodita mirándola fijamente. Xois entra en trance.
-
Pagarás lo que has hecho matando a los amigos
que te quedan. “Idiota”.
Un racimo de brazos gigantescos
comienzan a nacer del suelo alrededor de Tebas y Menfis. Menfis sabe que no
puede hacer nada contra el poder de Xois, así que decide proteger a Tebas todo
lo que pueda.
No obstantes, un rayo de luz atraviesa
la cabeza de Afrodita de parte a parte. El avatar se diluye, como si fuera
humo. Xois despierta, aturdida, y los brazos simplemente desaparecen. El siguiente
rayo atraviesa el respaldo de la silla de Sarmizegetusa, justo donde estaba su
cabeza. Pero no lo ha matado, simplemente le ha calcinado la oreja.
-
¿Cástulo? – pregunta, dubitativo.
Sin embargo,
es un hombre el que entra por la puerta. Dendarah, con el rostro convertido en
una máscara de furia, y con un hilillo de humo emergiendo de las comisuras de
su boca.
-
Juguemos.
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