Rendirse.
Hay cosas que nos reconcomen y nos perforan el cerebro, destrozando nuestra
mente, nuestros sentimientos, nuestra personalidad… hasta convertirlo todo en
un amasijo de quimeras amorfas y sádicas. Ya sea la culpabilidad, ya sea
conseguir una meta o una promesa, ya sea encandilar a un amor. Al fin y al cabo
todo debe terminar.
Lamentarse.
Pese al rechazo colectivo que existe en la sociedad de hoy en día, llorar no es
algo que este mal. Llorar nos hace ser más fuertes y poderosos. Cada lagrima
que derramamos nos da un poquito más de humanidad. El problema es saber cuándo
parar, porque del llanto a la depresión hay un pequeñísimo abismo que no todos
saben evitar.
Huir. ¿Por
qué siempre es mejor el que decide quedarse luchando hasta morir y no el que
decide ponerse a salvo para volver a intentarlo?
Amor.
Fuego y hielo.
Discordia.
Está demostrado que las personas no podemos estar nunca de acuerdo en
absolutamente nada. Pocos son los que buscan el bien mayor, y ya da igual que
sea eligiendo el color de una camiseta o el rey de un trono maldito. Nadie
buscará la mejor solución.
Poder.
Reflexionar por algo tan estúpido es una pérdida de tiempo. Nos moriríamos antes
de poder disfrutarlo.
Miedo. Al
igual que con el llanto, las persona tememos temer. Y es un error enorme. Temer
nos hace más fuertes, al igual que el llanto. Afrontar la vida con una perspectiva
más precavida. El pánico ya es harina de otro costal.
Perder.
La victoria pocas veces es algo que traiga paz o regocijo a la persona que lo
consigue. La victoria es solo el fin de un camino, el punto donde todo se
acaba, y aunque sea un final feliz, todo lo que termina entristece. Por lo
tanto, la victoria no es victoria y los griegos definieron mal a la diosa Niké.
Rezar. Es
respetable agarrarse a una fe para poder vivir de forma más tranquila y apacible.
Es intolerable justificar las atrocidades con la devoción. Y una gran contradicción
para los defensores de dicha fe, por cierto.
Odio. Una
pérdida de tiempo innecesaria e inmerecida.
Venganza.
Algo necesario para poder vivir con la cabeza tranquila. Es como la victoria:
dar por finalizada una acción de desquite no aporta satisfacción. Pero… ¿Y cómo
se disfruta mientras tanto? Oooh…
Locura.
No hay nadie cuerdo en el mundo. Esa es la única y universal verdad.
Normalidad.
La cosa más aburridísima que un servidor podría encontrarse. Ser normal es ser
gris porque el blanco y el negro son extremo, y por tanto anormales. Ser normal
es ser brasas ya que el fuego y las cenizas son demasiado alocados. La normalidad
no existe por ser tan aburrida que podría matar a una piedra. Y para demostrar
eso siempre tendremos la verdad universal y única.
Dolor. A veces tan horrible que hace
que pidamos la muerte, a veces tan placentero que nos hace pedir más. Es cuestión
de contexto.
Perfección. ¿Qué es lo más bonito
del mundo? Las imperfecciones. ¿De qué se enamoran las personas? De las
imperfecciones. ¿Qué hace especial y diferente a un tipejo o a una tipeja? Las
imperfecciones. Todo dicho.
Vivir. Ni
dinero, ni amor, ni mierdas. Lo único por lo que vale la pena morir, valga la
pena la ironía, guapos y guapas.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada