dissabte, 20 de febrer del 2016

Estrellita

Corro sin parar ni pensar. No sé dónde estoy y mucho menos a donde voy, pero me da igual, todo es mejor que el lugar de dónde venimos. Siento la respiración agitada de Nami a mi lado y me pongo aún más nervioso. Esta todo oscuro, no vemos nada y apenas nos da para esquivar las ramas de los árboles que nos arañan sin piedad y buscan sacarnos los ojos. Empiezo a desfallecer, la herida de mi costado ha sido peor de los que creía y no sé si podré seguir mucho más tiempo corriendo.
Me maldigo una y mil veces. Hemos caído en la trampa de un psicópata. Una trastornada que utiliza como seudónimo Estrellita73. Maldigo el día que la conocí en internet, a ella, a Nami y a todos los demás. Pero quien me lo iba a decir. Parecía normal. Sí que es verdad que nunca la habíamos conocido en persona, pero eso daba igual, yo creía que era mi amiga, nuestra amiga… aprieto los dientes e intento correr más deprisa pese al dolor que parece recorrerme desde la herida hasta la cabeza.
Nami me ha adelantado, eso significa que seguramente he ralentizado el ritmo. Mierda. Si no aceleramos moriremos.
Estrellita lo había tenido todo planeado, primero nos invitó a pasar unos días a su casa de verano, era la primera vez que nos veríamos todos juntos. Los 7. Todo iba de lujo hasta que llegó la noche. Ni Estrellita ni otros dos chicos aparecían para cenar. Era muy raro. Llevábamos un rato esperando cuando de pronto dos cabezas entraron rodando solas en el gran salón hasta detenerse justo a los pies de Gira. Cuando aún no había tenido tiempo ni de gritar, Estrellita apareció de entre la oscuridad y le metió el cuchillo en el corazón.
En ese momento Nami gritó, pero Estrellita no se acobardó. Se abalanzó encima del otro chico y el chuchillo le perforó la tráquea. Los estertores fueron horrible. Escupía sangre e intentaba respirar, y cuando lo hacía, sonaba como un muñeco macabro. Pero no tuvo tiempo ni de morirse cuando ella saltó sobre mí. Era tan pequeña, pero tan rápida y tan fuerte que apenas pude apartarme un poco, lo suficiente para salvar a mi cuello, pero no a mi costado. Hubiera muerto, si Nami no la hubiera placado y después me hubiera sacado casi a rastras de la casa. Miro su espalda y sonrío. Por lo menos ella sobrevivirá aunque yo muera desangrado.
Un destello fugaz sale de entre los arbustos  y veo como corta a Nami por la cintura. Ella cae al suelo como una marioneta sin hilos y empieza a temblar y a llorar. Me ha salvado, pero yo giro y cambio de rumbo. La oigo gritar y llorar, implorándome ayuda. Pero yo huyo. Me entran arcadas de lo cobarde que soy. Sigo y sigo corriendo hasta que el sonido de su voz pidiéndome que vaya a por ella empieza a atenuarse-
Paro en seco delante un rio. ¿Aún está viva? Eso significa… siento el acero frio del cuchillo adentrándose en mi espalda. La voz aterciopelada de Estrellita suena detrás de mí.
-          Contigo seré más clemente. No te mereces morir rápido.

Es lo último que oigo antes de que el cuchillo cercene mis gemelos y caiga arrodillado en el agua. Me mete la cabeza y empieza a ahogarme. Me saca del agua para que respire mientras que al mismo tiempo me vuelve a apuñalar en la espalda. Y otra vez me sumerge y me vuelve a apuñalar, y me saca y me apuñala, y me hunde y me acuchilla, y me deja respirar y me hace un corte. Una y otra vez. Pero eso no es lo peor. Aunque grito y la corriente del agua hace bastante estruendo, sigo oyendo su voz suplicante. Todo se vuelvo oscuro y sigo oyendo como Nami me busca desesperada. Como todo a mí alrededor se vuelve negro, mientras que yo muero como un cobarde. 

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