Corro sin parar ni pensar. No sé
dónde estoy y mucho menos a donde voy, pero me da igual, todo es mejor que el
lugar de dónde venimos. Siento la respiración agitada de Nami a mi lado y me
pongo aún más nervioso. Esta todo oscuro, no vemos nada y apenas nos da para
esquivar las ramas de los árboles que nos arañan sin piedad y buscan sacarnos
los ojos. Empiezo a desfallecer, la herida de mi costado ha sido peor de los
que creía y no sé si podré seguir mucho más tiempo corriendo.
Me maldigo una y mil veces. Hemos
caído en la trampa de un psicópata. Una trastornada que utiliza como seudónimo
Estrellita73. Maldigo el día que la conocí en internet, a ella, a Nami y a
todos los demás. Pero quien me lo iba a decir. Parecía normal. Sí que es verdad
que nunca la habíamos conocido en persona, pero eso daba igual, yo creía que
era mi amiga, nuestra amiga… aprieto los dientes e intento correr más deprisa
pese al dolor que parece recorrerme desde la herida hasta la cabeza.
Nami me ha adelantado, eso
significa que seguramente he ralentizado el ritmo. Mierda. Si no aceleramos
moriremos.
Estrellita lo había tenido todo
planeado, primero nos invitó a pasar unos días a su casa de verano, era la
primera vez que nos veríamos todos juntos. Los 7. Todo iba de lujo hasta que
llegó la noche. Ni Estrellita ni otros dos chicos aparecían para cenar. Era muy
raro. Llevábamos un rato esperando cuando de pronto dos cabezas entraron
rodando solas en el gran salón hasta detenerse justo a los pies de Gira. Cuando
aún no había tenido tiempo ni de gritar, Estrellita apareció de entre la
oscuridad y le metió el cuchillo en el corazón.
En ese momento Nami gritó, pero Estrellita
no se acobardó. Se abalanzó encima del otro chico y el chuchillo le perforó la tráquea.
Los estertores fueron horrible. Escupía sangre e intentaba respirar, y cuando
lo hacía, sonaba como un muñeco macabro. Pero no tuvo tiempo ni de morirse
cuando ella saltó sobre mí. Era tan pequeña, pero tan rápida y tan fuerte que
apenas pude apartarme un poco, lo suficiente para salvar a mi cuello, pero no a
mi costado. Hubiera muerto, si Nami no la hubiera placado y después me hubiera
sacado casi a rastras de la casa. Miro su espalda y sonrío. Por lo menos ella sobrevivirá
aunque yo muera desangrado.
Un destello fugaz sale de entre
los arbustos y veo como corta a Nami por
la cintura. Ella cae al suelo como una marioneta sin hilos y empieza a temblar
y a llorar. Me ha salvado, pero yo giro y cambio de rumbo. La oigo gritar y
llorar, implorándome ayuda. Pero yo huyo. Me entran arcadas de lo cobarde que
soy. Sigo y sigo corriendo hasta que el sonido de su voz pidiéndome que vaya a
por ella empieza a atenuarse-
Paro en seco delante un rio. ¿Aún
está viva? Eso significa… siento el acero frio del cuchillo adentrándose en mi
espalda. La voz aterciopelada de Estrellita suena detrás de mí.
-
Contigo seré más clemente. No te mereces morir rápido.
Es lo último que oigo antes de
que el cuchillo cercene mis gemelos y caiga arrodillado en el agua. Me mete la
cabeza y empieza a ahogarme. Me saca del agua para que respire mientras que al
mismo tiempo me vuelve a apuñalar en la espalda. Y otra vez me sumerge y me
vuelve a apuñalar, y me saca y me apuñala, y me hunde y me acuchilla, y me deja
respirar y me hace un corte. Una y otra vez. Pero eso no es lo peor. Aunque grito
y la corriente del agua hace bastante estruendo, sigo oyendo su voz suplicante.
Todo se vuelvo oscuro y sigo oyendo como Nami me busca desesperada. Como todo a
mí alrededor se vuelve negro, mientras que yo muero como un cobarde.
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