diumenge, 7 de febrer del 2016

"La base"

                Hace poco lo he vuelto a sentir, hace unas cuantas horas apenas, y varias veces seguidas, y encima mis condiciones no eran las adecuadas para encajarlo del todo bien. Si, hace poco he vuelto a sentir dolor, y por favor, dejemos de lado las implicaciones físicas, la debilidad de nuestro cuerpo, como diría Descartes, va aparte.
                No, yo me refiero a dolor sentimental. Me han hecho daño por dentro, y alguien a quien quería y supongo que aun quiero mucho. Después de todo, esas son las personas que más poder tiene sobre  todos y cada uno de nosotros, a las que queremos. El caso es que no me ha insultado, no me ha menospreciado ni me ha enviado a la mierda. Vale que las palabras son las peores armas que nuestra retorcida mente ha podido crear y, que pese a que los ingenuos quieren aparentarlo, las palabras nunca son llevadas por el viento. Es más, permanecen dentro de nosotros, algunas de tal forman que nos perforan anímicamente, para bien o para mal.
                Pero pese a eso, las palabras no son lo único que puede dañarnos. No, también está la ignorancia. Ya lo dijo Einstein: “La ignorancia es infinita”. Nadie se salva de haber sido, de ser o serlo, varia en cantidad, pero no en presencia, todos somos ignorantes. Pues de ahí emana todo: de la ignorancia. Las armas te pueden herir físicamente, las palabras, mentalmente, pero la ignorancia te destroza, y para colmo, a una velocidad espantosamente lenta.
                Sí, eso es lo peor, cuando unas persona te hace daño sin saberlo, sin quererlo, sin darse cuenta, ella se cree inocente, pero el deño está ahí. Un acto pequeño como un mirada indiferente o un mensaje que nunca llega, todo hace desgaste. No es como una bala, que te vuela los sesos sin casi darte cuenta, o una retahíla de palabras que te hacen llorar. No, son un grupo de pequeñas acciones que van arañando tu espíritu, haciéndole minúsculas grietas a tu alma. Para cuando quieres darte cuenta, todo se ha venido abajo, y lo que era amor se ha vuelto odio, porque de esas pequeñas acciones indebidas solo nace el rencor, y el rencor a un ser querido nunca es algo bueno.
                 Me rio de los ya no ingenuos, si no de los idiotas que van diciendo a diestro y siniestro: la ignorancia es la base de la felicidad. Ja. ¿Se puede construir una casa sobre unos cimientos podridos, carcomidos o agrietados? Pues lo mismo con la felicidad. Nada bueno surge del no saber. Y en el caso del ignorante que hace daño sin saber, menos que nada. Porque para acabar de arrematar al herido, esa persona no es conocedora del mal que ha hecho y tacha de culpable al otro. Y queramos o no, todos hemos sido hirientes y heridos alguna vez, lo único que podemos hacer es percatarnos a tiempo.

                Aunque claro, siempre se puede seguir con la misma filosofía destructiva. Si  ya lo dicen: Ojos que no ven…  

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